Existen dos Conventos en
esta zona a poca distancia uno del otro que se contemplan físicamente y
representan lo más arcaico de esta Comarca. El uno está en Gibraltar y es la
residencia del Gobernador del Peñón desde 1728, y el otro está en La Almoraima
y fue durante muchos años residencia de
los latifundistas duques de Medinaceli. Hoy este latifundio y su Convento son
propiedad del Estado.
No tiene sentido que en
pleno siglo XXI exista un Gobernador representante de la Corona británica en
Gibraltar, viviendo en The Covent, y menos que exista todavía una colonia en
territorio europeo. Peor aún si esta colonia tiene aprobada una constitución
desde 1969, aunque sin derecho a la autodeterminación, de hecho hubo un
simulacro de referéndum a favor de la autodeterminación en noviembre del 2002,
que fue no vinculante. Parece que esto no importó mucho, porque en el fondo los
gibraltareños lo que quieren es ser gibraltareños, sin abandonar la protección
de Gran Bretaña, ni enturbiar sus relaciones con la España más próxima, la del
Campo de Gibraltar. España de conformidad con la doctrina Castiella dice que
los gibraltareños podrán ser lo que quieran, pero que el territorio es
irrenunciablemente español. Gran Bretaña siempre vio la importancia logística
del Peñón como base militar para la defensa de sus intereses. ¿Pero quién defiende los intereses
de los campogibraltareños? Así que después de tres siglos de discordia a los
gibraltareño le interesa su verdad, al inglés, su verdad, y al español, la
suya. Pero a ninguno de los tres le interesa la verdad que decía Machado, la de
todos.
El otro Convento, que se
encuentra en la finca de La Almoraima hoy propiedad del Estado, es otra
antigualla del pasado y fue cerrado el domingo ante el peligro de ser ocupado
pacíficamente por un centenar de personas. Protestaban por la intención del
Gobierno de privatizar este colosal latifundio de 17.000 hectáreas sin apenas
explotación. Los manifestantes, convocados por Ecologistas en Acción,
celebraron una asamblea en la puerta de la finca, a pie de carretera, previa a
una marcha en coches hasta el castillo de Castellar. Al acto acudió el
presidente de la Asociación Valor Ecológico, Ecovalia, Francisco Casero, que a
sus 65 años cumple hoy quince días en huelga de hambre reivindicando un cambio
de actitud de los gestores públicos ante el aumento de las desigualdades,
particularmente en el campo pero generalizadas en toda la sociedad.
Casero rechazó en su
intervención la pretensión del Gobierno de privatizar La Almoraima, ya que “si
PSOE, IU y PP se comprometieron en el Plan Forestal Andaluz a aumentar la
superficie forestal pública de Andalucía a un 70 %, no tiene sentido, ni pies
ni cabeza, que quieran poner ahora en venta una finca que desde hace 31 años es
pública”. Para Francisco Casero en el conflicto de La Almoraima “lo importante
es que todas las partes hablen y se entiendan, pero sin perder la propiedad
pública”, incidiendo en que “en esta zona es muy importante la ganadería
extensiva, que sería la mejor respuesta para la conservación del territorio”.
La finca La Almoraima está integrada en el Parque Natural Los Alcornocales,
declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera. Francisco Casero finalizó sus
palabras haciendo un llamamiento a “la solidaridad con toda la inmigración”, ya
que “Andalucía debe ser siempre una tierra solidaria y defensora de los
derechos humanos”.
Así que tenemos en la
zona dos Conventos, uno británico y otro español, que representan lo peor de
nuestro pasado. Ambos son la peor imagen del imperialismo ingles y el
latifundismo español, y ambos corresponsables del subdesarrollo que sufrió y
todavía sufre en parte esta Comarca. ¿Algún día encontraremos la fórmula que
permita mantener buenas relaciones entre todos los vecinos de nuestra Bahía al
margen de la cuestión de la soberanía? ¿Seremos capaces de buscar las alianzas
necesarias para mejorar los aprovechamientos de recursos y rentas de esta zona?
Entonces y solo entonces, habrá esperanza de progreso para todos los ciudadanos
que la habitan. Y se cambiará para todos esa mala imagen del pasado que
representan esos dos Conventos.
Ángel
Luis Jiménez Rodríguez