jueves, 26 de junio de 2014

La Renta Básica no es una paguita.

La Renta Básica no es una paguita como dicen algunos con intención de ridiculizarla, sino una opción a tener en cuenta en el futuro como alternativa a las actuales políticas neoliberales. En esta crisis es un ideal a defender porque puede facilitar una vida más digna y libre. Según los analistas la crisis que estamos sufriendo no se irá. Forma parte de una nueva era que ha venido para quedarse, donde habrá crecimientos anémicos y mínima creación de empleo. A corto plazo no hay soluciones para esta situación, a no ser el pago de una renta básica a tantas familias con todos sus miembros activos en paro y sin ningún ingreso.

La Renta Básica es una asignación monetaria universal que, a diferencia de los subsidios más o menos generalizados en el Estado de Bienestar, no necesita de una condición previa para percibirse. Basta con ser ciudadano español o residente acreditado. La Renta Básica es una medida que forma parte de una política más amplia. Su prioridad es beneficiar a la inmensa mayoría de la población para que pueda resistir los ataques que están sufriendo actualmente en sus condiciones de vida y trabajo.

Según estudios realizados por la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona para Cataluña y el País Vasco, la Renta Básica se puede financiar, es viable y posible económicamente, y sin mayor coste del actual, solo redistribuyendo mejor la riqueza. De entrada, la gente tiende a pensar que, si lo cobra todo el mundo, no se podría pagar. Según la microsimulación realizada por la Universidad de Barcelona con los datos recogidos en estas dos Comunidades -las demás se han negado a facilitarlos-, este es un cálculo bien intencionado pero erróneo. Una renta básica sería posible a través de una profunda reforma del IRPF y la supresión de todas las subvenciones y subsidios públicos cuyo montante fuera inferior a 645,33 euros mensuales, cantidad nada caprichosa, pues está  determinada por el umbral de la pobreza.

Para conseguir esta Renta Básica se presentó el pasado 15 de marzo en el Congreso de los Diputados una Iniciativa Legislativa Popular - prevista en el artículo 87  de la CE y regulada por ley orgánica en 1984-, que está pendiente de debate y aprobación. El mensaje de esta iniciativa está claro: O bien se legisla a favor de la cohesión social y la justicia o bien seguirá aumentando la pobreza. En la Iniciativa se establecen dos fases de implementación. Una primera fase que entraría en vigor de forma inmediata tras la aprobación de una ley de Renta Básica y que afectaría a todas las personas residentes en el Estado Español e inscritas en el Servicio Público de Empleo, permitiendo un mínimo vital para quien no tengan cobertura por desempleo ni dispongan de otros ingresos.

En esta primera fase también se verían afectadas por la ley de Renta Básica, aquellas personas cuyas rentas provengan de salarios, subsidios o pensiones públicas inferiores a la cuantía de 645,33 euros mensuales previstos en el texto de la ley. Esas rentas serán complementadas en sus importes hasta alcanzar la cuantía establecida para la Renta Básica. En una segunda fase, posterior a la primera, se regularía la extensión de la Renta Básica como derecho al resto de las personas, combinando una mínima seguridad material y una cumplida autonomía en su existencia social.

Cuando hablo de este tema, la crítica inmediata es que sólo serviría para mantener a vagos, pues dicen que no animaría a la gente a buscar trabajo. Pero, si es así, entonces también el subsidio de empleo estaría desincentivando a la gente. Así que esa crítica no vale, precisamente por su carácter incondicional. Ya que la renta básica por definición es acumulable a otras rentas. Por lo que la gente tendría más libertad para buscar un trabajo más acorde con su formación y sus deseos o para negociar mejores condiciones de trabajo.

Ahora muchos jóvenes se ven obligados a aceptar condiciones de trabajo miserables. Y eso entronca con la idea de los defensores de la renta básica de que no solamente se trata de una medida para acabar casi de un plumazo con la pobreza, sino que también incrementaría la libertad de buena parte de la ciudadanía. Sin embargo, el efecto más importante sería el que ya he apuntado antes: si pones una renta básica igual al umbral de la pobreza, seguro que acabas con la pobreza. A estas alturas personas tan significativas como el Presidente Obama y el Papa Francisco también se han manifestado en contra de la desigualdad y la pobreza. Pero, ¿hay alguien que no esté de acuerdo con acabar con la desigualdad y la pobreza?

También pregunta la gente si con la renta básica se podría salir de la crisis. La respuesta es sí,  porque habría menos desigualdad, menos pobreza y más solidaridad, pero también habría una reforma fiscal y una lucha implacable contra el fraude fiscal, sobre todo de los grandes capitales. Además de un control efectivo de la banca y la nacionalización de una parte importante de la misma, de hecho debería ser ya pública si tenemos en cuenta que fue rescatada y saneada con el dinero de todos los españoles. Sin olvidar la coordinación y control de los paraísos fiscales a través de los organismos de la Unión Europea.

Los defensores de la renta básica tenemos claro que requiere un amplio consenso social. Por tanto, debe ser conocida. Ahora no lo es. También necesitamos el apoyo de referentes desde un punto de vista social. Y además, la idea de la renta básica debe estar muy bien fundamentada y explicada, pues es fácil para sus detractores ridiculizarla si no se profundiza en ella.

George Orwell dejo escrito en 1938 que “no es posible para ninguna persona racional vivir en una sociedad como la nuestra sin tener deseos de cambiarla”. La financiación de la Renta Básica es una medida muy racional para cambiar la sociedad desigual en la que vivimos. La Renta básica no es solamente deseable, sino también factible. Así que vale la pena tenerla en cuenta para cualquier proyecto de cambio social que apele a la razón y a la justicia.

María José y Ángel Luis Jiménez

jueves, 19 de junio de 2014

¿Tierra quemada o tierra gastada?

Leo en las páginas de opinión de diferentes medios de comunicación que políticamente el PSOE es tierra quemada, pues muchos de sus políticos llevan en la tarea desde 1979 y están en la edad de la obsolescencia. Me parece muy fuerte. Otros dicen que el PSOE es tierra gastada porque sus organizaciones están muy deterioradas en todo el territorio nacional, aunque todavía tiene solución.

Y en estas circunstancias, cómo podemos plantearnos los españoles la tan necesaria y significativa reforma de la Constitución con un PSOE sin rumbo y dividido. No lo digo yo, sino Susana Díaz, presidenta de la Junta de la Andalucía, en una entrevista del pasado domingo en El País, donde admite que forma parte de un partido debilitado por las diferencias internas, “Mentiríamos si dijésemos que no ha habido enfrentamiento y divisiones”.

No tengo la menor duda de las expectativas que generó Zapatero con su victoria electoral de 2004, pero no podemos olvidar que también causó frustraciones y sucumbió a la crisis cuando el 9 de mayo de 2010 se vio forzado a adoptar medidas drásticas de austeridad para evitar la intervención de la economía española. Aquel final de mandato está reflejado todavía en los rostros de aquellos gobernantes.

La socialdemocracia europea y española debe despertar del espejismo de esos años locos, cuando nos hacían creer que la sociedad era una inmensa clase media donde las marcas eran el único factor diferencial de un mismo estilo de vida. Fantasía que la crisis ha hecho añicos. Y ese despertar pasa por nuevas ideas, nuevas caras, nueva organización y nuevo proyecto político.

El guión exige renovación ideológica, diferenciación de la derecha, puertas abiertas a nuevos liderazgos y una reforma sin contemplaciones de un partido anquilosado en los territorios y en manos de núcleos casi familiares que están más preocupados en defender sus intereses que en los programas e ideas del partido o los de las clases sociales a quienes representan.

El PSOE está metido en un socavón sobre el que debe construir una plataforma de lanzamiento o sus electorales se irán definitivamente a otra parte, sobre todo los electores jóvenes cansados de tanto esperar un cambio. La democracia española se juega mucho porque necesita imperiosamente una alternativa al PP. Una democracia sin alternativa es un contrasentido, pues se convierte en un régimen sin vida.

El 25M ha dejado al partido del Gobierno, el PP, muy debilitado electoralmente, pero salvado por el estado agónico y sin rumbo del partido socialista. Tenemos un poder débil y no se vislumbra en el horizonte la alternancia. Y lo más grave, no hay una alternativa clara al proyecto sin sentido de la derecha.

Esa alternativa no se resuelve con un simple cambio de personas, sin diferencias sensibles en la política, o con un simple traspaso de poderes orgánicos. El PSOE se ahogó nadando en las mismas aguas que el PP, pero los partidos ascendentes no configuran de momento un proyecto real. El bipartidismo cojea, pero no sabemos todavía como se concretará el paisaje pluripartidista con un movimiento como Podemos, que está trastocando muchas cosas y ojalá siga haciéndolo por el bien del país y de su democracia.

Dos pensadores políticos de la categoría de Ralph Dahrendorf o Norberto Bobbio, fundamentan la democracia, el primero, en la clara simplicidad del juego derecha-izquierda y, el segundo, en la capacidad de poder elegir entre verdades alternativas. Inclusive han  llegado a poner en duda la viabilidad democrática sin estas formas tan simples de oposición. Y dicen que solo una visión distinta de la política puede crear una auténtica alternativa democrática.

Por eso en esta crisis del sistema, no sería ocioso que en su proceso de renovación, el PSOE dotara a su organización del músculo ideológico, que tanta falta le hace, y de capacidad intelectual para generar una clara y determinante posición y función en la sociedad española,  asumiendo de forma clara y rotunda la reflexión de Albert Camus cuando escribía que “hay que estar siempre con aquellos que padecen la historia, no con los que la hacen”.  

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

miércoles, 11 de junio de 2014

¿Por qué no hablamos de los ricos?

La conocida activista y economista norteamericana Susan George dice que se habla mucho de los pobres, que están muy mal, pero muy poco de los ricos. Debería haber más información sobre los ricos y tendríamos que hablar mucho más de ellos. Lo primero que hay que decir es que nos encaminamos hacia una sociedad dominada por la riqueza. De hecho, estamos volviendo a esa edad dorada de acumulación de riqueza que fueron los años finales del siglo XIX. Nunca ha habido una riqueza privada tan grande en el mundo.

Según información de la Unión de Bancos Suizos, la riqueza de 2.170 personas en el mundo es igual a todo el Producto Interior Bruto (PIB) mundial menos el de USA y China. Y en España, 24 personas poseen el 5% del PIB español. Esto ocurre porque la economía y la acumulación de riqueza no son independientes de la política. Sin ninguna duda, los ricos salen ganando con las medidas económicas y políticas llevadas a cabo desde hace lustros por los partidos políticos gobernantes, por el contrario, los pobres o la mayoría de la población seguimos perdiendo.

Y una cosa está muy clara, o bien tenemos democracia o bien tenemos la riqueza concentrada en pocas manos, porque ambas cosas son incompatibles. Para que haya autentica democracia uno de los factores más importantes es la igualdad. Así que si los Gobiernos legislan contra la igualdad, recortando derechos humanos y reformando los derechos cívicos y laborales, están gobernando en contra de la democracia y las demandas de la mayoría.

Llegó el momento de dejar de ser políticamente correctos con los responsables de todo lo que está ocurriendo. Tenemos que estar enfadados  e indignados y decir lo que está pasando sin tapujos.  Y cada vez que el Gobierno nos diga que la austeridad puede ayudar al crecimiento y a generar empleo, simplemente tenemos que decirles que eso son tonterías y mentiras. Tenemos que manifestar claramente nuestra posición a favor de reducir la desigualdad en todos los foros posibles y, por supuesto, en las urnas, ya que la desigualdad supone una clara amenaza contra nuestra libertad. Nadie es libre sin tener garantizadas al menos sus necesidades básicas mediante un empleo o una renta básica.

Según los economistas especializados en fiscalidad, la forma más racional para reducir la desigualdad es apostar por la fiscalidad progresiva sobre las rentas y la riqueza neta de los individuos. Este es el mejor medio de limitar la concentración de la riqueza. De esa forma, las ganancias de la globalización se redistribuyen de forma más equilibrada. Ha llegado la hora de repensar completamente qué tipo de instituciones fiscales y de política económica necesitamos para regular el capitalismo moderno, y realizar una distribución moderna y eficaz de las rentas y la riqueza.

En esta reflexión sobre la desigualdad entre ricos y pobres me gustaría dejar claro que la Economía no es una cuestión reservada a los expertos, sino algo que atañe a todo el mundo, y es que a todo el mundo le afecta como se reparten la renta y la riqueza. Además, las reglas de la democracia, como las del mercado, necesitan ser modeladas con inteligencia, pero no con el objetivo de alcanzar la democracia máxima, sino la injusticia mínima. 

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

lunes, 2 de junio de 2014

Qué vienen los rojos.

Una vez más la derecha española se ha quitado la máscara y ha sacado su discurso más vociferante y venenoso. Esta vez quiere acabar con Podemos. En la mayoría de sus análisis, reflexiones y comentarios sobre Podemos empiezan diciendo “el partidito de marras” y terminan con un grito de alarma, “que vienen los rojos”. Y por supuesto, intentan meter miedo al decir que España se está asomando de manera dramática a la extrema izquierda y a la dictadura del proletariado.

La guerra contra Podemos está declarada. En esa guerra toxica ya se utilizan los vocablos necesarios de producción masiva para confundir a todo el personal. Dicen que los de Podemos son “trasnochados”, “demagogos” y “rojos”, pero también “radicales” y “populistas” como la extrema derecha francesa, mezclando lepeneros con izquierdistas…

¡Ah!, pero los de Podemos además son frikis, como si los del PP fueran muy “normales”, teniendo en cuenta la actitud nada política de su presidente, siendo como es Presidente del Gobierno, y sin mencionar las meteduras de pata de la alcaldesa de Madrid, que me dan vergüenza, porque rompe continuamente una de las reglas de oro del insípido marianismo “para no fallar, mejor no hacer nada”, y casi siempre acaba fallando, como la mayoría de los ministros.

Hasta a Pedro Arriola, gurú sociológico del PP, le ocupa y preocupa que los frikis de Podemos hayan conseguido más de un millón de votos y cinco eurodiputados, colocándose como la cuarta fuerza más votada de España. Así que creo, que comparar el acontecimiento político de Podemos con un fenómeno “friki” es confundir los prejuicios y miedos de la derecha con la realidad.

El problema de los partidos nacionales está en no llegar a asimilar que un millón de desilusionados, se ilusionaron con Podemos y lo votaron. Creyeron en su programa, en su discurso y en su mensaje, “si se puede”, que llevaban unos meses repitiendo. Y han podido y han ganado. Así que aunque no les guste, no tendrán más remedio que reconocer el trabajo brillante del equipo de Podemos, y además con  pocos medios.

Hay más, Podemos no será flor de un día como dicen unos, ni una fuerza testimonial como comentan otros, porque su voto es un voto de cambio de lo viejo por lo nuevo. Podemos es un trabajo político que empezó a rodar hace tiempo en la Universidad Complutense de Madrid con las primeras teorías y datos de dos profesores de la Facultad de Ciencias Políticas, Carolina Bescansa y Ariel Jerez.

Aunque la auténtica fuerza de Podemos es su organización en Círculos, los Círculos Podemos, extendidos por toda España y formados por personas procedentes en su mayoría del 15M. Estos círculos Podemos trabajan en asambleas participativas y sin dirigentes, practicando una democracia participativa, pura y dura, lo que hace mucha falta en las organizaciones políticas tradicionales.

Para los partidos tradicionales el enemigo a batir no es sólo Podemos, sino también Pablo Iglesias y sus compañeros de viaje. Y los ataques serán directamente proporcionales al miedo que, en determinados sectores del poder, produce su auge. Ya veremos qué sucederá, pero determinados ataques pueden provocar el efecto contrario, hacer crecer aún más a Podemos y a Pablo Iglesias. Ya pasó antes con la Plataforma Antidesahucios (PAH) y su portavoz, Ada Colau.

Estos son momentos históricos, momentos de cambio, el régimen constitucional del 78 se muere, la gente quiere otra forma de hacer política. Y lo que molesta y no admiten las organizaciones políticas de la Transición es lo que ha pasado con Podemos, su irrupción como nadie lo había hecho nunca antes en unas elecciones de la historia democrática de este país. La gente tiene una sensación muy similar a la vivida antes de la mayoría absoluta del PSOE en 1982. Podemos no es solo la fuerza que pueda pactar con IU, sino la fuerza que puede comerse al PSOE, si no despiertan.

Está claro que depende de Podemos el cómo aprovechar o desperdiciar el enorme chorro de legitimidad e ilusión que ha logrado en estos pocos meses. Aunque también de cómo haga la digestión de lo ocurrido Izquierda Unida y de la capacidad del PSOE para disparar contra sí mismo, en vez de afrontar la enorme renovación que debe hacer si no quiere desaparecer como fuerza hegemónica.

Y si hay dudas sobre lo que digo, politólogos y especialistas también lo han escrito estos días en los medios: “Podemos activó a los abstencionistas con un voto joven y de respuesta frente a la crisis, que triunfa mucho más en los barrios humildes que en los ricos. Es un partido que reconfigura la izquierda y que -contra el tópico que se repite estos días- parece beber más del electorado socialista que del de IU. Es en los distritos donde el PSOE cae más, donde Podemos obtiene más votos”.

Realmente Podemos ha conectado con la sociedad mediante un discurso que, más allá de su futuro como partido, ha transformado ya la política española. El resto de los partidos ya no podrán ser tan tácticos, ni hablar sin argumentos o cerrarse a la sociedad. En Podemos hablan claro, saben lo que quieren y son distintos, no forman parte del establishment y enganchan como nadie a ese enorme sector de la ciudadanía que ve en los actuales políticos el problema y no la solución. Sin dudas, hay Podemos para rato. Y lo que espero y deseo es que sea así y no nos decepcionen.


Ángel Luis Jiménez Rodríguez.