La Renta Básica no es una paguita como dicen algunos con
intención de ridiculizarla, sino una opción a tener en cuenta en el futuro como
alternativa a las actuales políticas neoliberales. En esta crisis es un ideal a
defender porque puede facilitar una vida más digna y libre. Según los analistas
la crisis que estamos sufriendo no se irá. Forma parte de una nueva era que ha
venido para quedarse, donde habrá crecimientos anémicos y mínima creación de
empleo. A corto plazo no hay soluciones para esta situación, a no ser el pago
de una renta básica a tantas familias con todos sus miembros activos en paro y sin
ningún ingreso.
La Renta Básica es una asignación monetaria universal que, a
diferencia de los subsidios más o menos generalizados en el Estado de Bienestar,
no necesita de una condición previa para percibirse. Basta con ser ciudadano español
o residente acreditado. La Renta Básica es una medida que forma parte de una
política más amplia. Su prioridad es beneficiar a la inmensa mayoría de la
población para que pueda resistir los ataques que están sufriendo actualmente en
sus condiciones de vida y trabajo.
Según estudios realizados por la Facultad de Economía y
Empresa de la Universidad de Barcelona para Cataluña y el País Vasco, la Renta
Básica se puede financiar, es viable y posible económicamente, y sin mayor
coste del actual, solo redistribuyendo mejor la riqueza. De entrada, la gente
tiende a pensar que, si lo cobra todo el mundo, no se podría pagar. Según la
microsimulación realizada por la Universidad de Barcelona con los datos
recogidos en estas dos Comunidades -las demás se han negado a facilitarlos-, este
es un cálculo bien intencionado pero erróneo. Una renta básica sería posible a
través de una profunda reforma del IRPF y la supresión de todas las
subvenciones y subsidios públicos cuyo montante fuera inferior a 645,33 euros
mensuales, cantidad nada caprichosa, pues está determinada por el umbral de la pobreza.
Para conseguir esta Renta Básica se presentó el pasado 15 de
marzo en el Congreso de los Diputados una Iniciativa Legislativa Popular -
prevista en el artículo 87 de la CE y
regulada por ley orgánica en 1984-, que está pendiente de debate y aprobación. El
mensaje de esta iniciativa está claro: O bien se legisla a favor de la cohesión
social y la justicia o bien seguirá aumentando la pobreza. En la Iniciativa se
establecen dos fases de implementación. Una primera fase que entraría en vigor
de forma inmediata tras la aprobación de una ley de Renta Básica y que
afectaría a todas las personas residentes en el Estado Español e inscritas en
el Servicio Público de Empleo, permitiendo un mínimo vital para quien no tengan
cobertura por desempleo ni dispongan de otros ingresos.
En esta primera fase también se verían afectadas por la ley
de Renta Básica, aquellas personas cuyas rentas provengan de salarios,
subsidios o pensiones públicas inferiores a la cuantía de 645,33 euros
mensuales previstos en el texto de la ley. Esas rentas serán complementadas en
sus importes hasta alcanzar la cuantía establecida para la Renta Básica. En una
segunda fase, posterior a la primera, se regularía la extensión de la Renta
Básica como derecho al resto de las personas, combinando una mínima seguridad
material y una cumplida autonomía en su existencia social.
Cuando hablo de este tema, la crítica inmediata es que sólo
serviría para mantener a vagos, pues dicen que no animaría a la gente a buscar
trabajo. Pero, si es así, entonces también el subsidio de empleo estaría desincentivando
a la gente. Así que esa crítica no vale, precisamente por su carácter
incondicional. Ya que la renta básica por definición es acumulable a otras
rentas. Por lo que la gente tendría más libertad para buscar un trabajo más
acorde con su formación y sus deseos o para negociar mejores condiciones de
trabajo.
Ahora muchos jóvenes se ven obligados a aceptar condiciones
de trabajo miserables. Y eso entronca con la idea de los defensores de la renta
básica de que no solamente se trata de una medida para acabar casi de un
plumazo con la pobreza, sino que también incrementaría la libertad de buena
parte de la ciudadanía. Sin embargo, el efecto más importante sería el que ya
he apuntado antes: si pones una renta básica igual al umbral de la pobreza, seguro
que acabas con la pobreza. A estas alturas personas tan significativas como el
Presidente Obama y el Papa Francisco también se han manifestado en contra de la
desigualdad y la pobreza. Pero, ¿hay alguien que no esté de acuerdo con acabar
con la desigualdad y la pobreza?
También pregunta la gente si con la renta básica se podría
salir de la crisis. La respuesta es sí, porque
habría menos desigualdad, menos pobreza y más solidaridad, pero también habría una
reforma fiscal y una lucha implacable contra el fraude fiscal, sobre todo de
los grandes capitales. Además de un control efectivo de la banca y la
nacionalización de una parte importante de la misma, de hecho debería ser ya
pública si tenemos en cuenta que fue rescatada y saneada con el dinero de todos
los españoles. Sin olvidar la coordinación y control de los paraísos fiscales a
través de los organismos de la Unión Europea.
Los defensores de la renta básica tenemos claro que requiere
un amplio consenso social. Por tanto, debe ser conocida. Ahora no lo es.
También necesitamos el apoyo de referentes desde un punto de vista social. Y además,
la idea de la renta básica debe estar muy bien fundamentada y explicada, pues
es fácil para sus detractores ridiculizarla si no se profundiza en ella.
George Orwell dejo escrito en 1938 que “no es posible para
ninguna persona racional vivir en una sociedad como la nuestra sin tener deseos
de cambiarla”. La financiación de la Renta Básica es una medida muy racional
para cambiar la sociedad desigual en la que vivimos. La Renta básica no es
solamente deseable, sino también factible. Así que vale la pena tenerla en
cuenta para cualquier proyecto de cambio social que apele a la razón y a la
justicia.
María José y Ángel Luis Jiménez