miércoles, 11 de junio de 2014

¿Por qué no hablamos de los ricos?

La conocida activista y economista norteamericana Susan George dice que se habla mucho de los pobres, que están muy mal, pero muy poco de los ricos. Debería haber más información sobre los ricos y tendríamos que hablar mucho más de ellos. Lo primero que hay que decir es que nos encaminamos hacia una sociedad dominada por la riqueza. De hecho, estamos volviendo a esa edad dorada de acumulación de riqueza que fueron los años finales del siglo XIX. Nunca ha habido una riqueza privada tan grande en el mundo.

Según información de la Unión de Bancos Suizos, la riqueza de 2.170 personas en el mundo es igual a todo el Producto Interior Bruto (PIB) mundial menos el de USA y China. Y en España, 24 personas poseen el 5% del PIB español. Esto ocurre porque la economía y la acumulación de riqueza no son independientes de la política. Sin ninguna duda, los ricos salen ganando con las medidas económicas y políticas llevadas a cabo desde hace lustros por los partidos políticos gobernantes, por el contrario, los pobres o la mayoría de la población seguimos perdiendo.

Y una cosa está muy clara, o bien tenemos democracia o bien tenemos la riqueza concentrada en pocas manos, porque ambas cosas son incompatibles. Para que haya autentica democracia uno de los factores más importantes es la igualdad. Así que si los Gobiernos legislan contra la igualdad, recortando derechos humanos y reformando los derechos cívicos y laborales, están gobernando en contra de la democracia y las demandas de la mayoría.

Llegó el momento de dejar de ser políticamente correctos con los responsables de todo lo que está ocurriendo. Tenemos que estar enfadados  e indignados y decir lo que está pasando sin tapujos.  Y cada vez que el Gobierno nos diga que la austeridad puede ayudar al crecimiento y a generar empleo, simplemente tenemos que decirles que eso son tonterías y mentiras. Tenemos que manifestar claramente nuestra posición a favor de reducir la desigualdad en todos los foros posibles y, por supuesto, en las urnas, ya que la desigualdad supone una clara amenaza contra nuestra libertad. Nadie es libre sin tener garantizadas al menos sus necesidades básicas mediante un empleo o una renta básica.

Según los economistas especializados en fiscalidad, la forma más racional para reducir la desigualdad es apostar por la fiscalidad progresiva sobre las rentas y la riqueza neta de los individuos. Este es el mejor medio de limitar la concentración de la riqueza. De esa forma, las ganancias de la globalización se redistribuyen de forma más equilibrada. Ha llegado la hora de repensar completamente qué tipo de instituciones fiscales y de política económica necesitamos para regular el capitalismo moderno, y realizar una distribución moderna y eficaz de las rentas y la riqueza.

En esta reflexión sobre la desigualdad entre ricos y pobres me gustaría dejar claro que la Economía no es una cuestión reservada a los expertos, sino algo que atañe a todo el mundo, y es que a todo el mundo le afecta como se reparten la renta y la riqueza. Además, las reglas de la democracia, como las del mercado, necesitan ser modeladas con inteligencia, pero no con el objetivo de alcanzar la democracia máxima, sino la injusticia mínima. 

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

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