lunes, 2 de junio de 2014

Qué vienen los rojos.

Una vez más la derecha española se ha quitado la máscara y ha sacado su discurso más vociferante y venenoso. Esta vez quiere acabar con Podemos. En la mayoría de sus análisis, reflexiones y comentarios sobre Podemos empiezan diciendo “el partidito de marras” y terminan con un grito de alarma, “que vienen los rojos”. Y por supuesto, intentan meter miedo al decir que España se está asomando de manera dramática a la extrema izquierda y a la dictadura del proletariado.

La guerra contra Podemos está declarada. En esa guerra toxica ya se utilizan los vocablos necesarios de producción masiva para confundir a todo el personal. Dicen que los de Podemos son “trasnochados”, “demagogos” y “rojos”, pero también “radicales” y “populistas” como la extrema derecha francesa, mezclando lepeneros con izquierdistas…

¡Ah!, pero los de Podemos además son frikis, como si los del PP fueran muy “normales”, teniendo en cuenta la actitud nada política de su presidente, siendo como es Presidente del Gobierno, y sin mencionar las meteduras de pata de la alcaldesa de Madrid, que me dan vergüenza, porque rompe continuamente una de las reglas de oro del insípido marianismo “para no fallar, mejor no hacer nada”, y casi siempre acaba fallando, como la mayoría de los ministros.

Hasta a Pedro Arriola, gurú sociológico del PP, le ocupa y preocupa que los frikis de Podemos hayan conseguido más de un millón de votos y cinco eurodiputados, colocándose como la cuarta fuerza más votada de España. Así que creo, que comparar el acontecimiento político de Podemos con un fenómeno “friki” es confundir los prejuicios y miedos de la derecha con la realidad.

El problema de los partidos nacionales está en no llegar a asimilar que un millón de desilusionados, se ilusionaron con Podemos y lo votaron. Creyeron en su programa, en su discurso y en su mensaje, “si se puede”, que llevaban unos meses repitiendo. Y han podido y han ganado. Así que aunque no les guste, no tendrán más remedio que reconocer el trabajo brillante del equipo de Podemos, y además con  pocos medios.

Hay más, Podemos no será flor de un día como dicen unos, ni una fuerza testimonial como comentan otros, porque su voto es un voto de cambio de lo viejo por lo nuevo. Podemos es un trabajo político que empezó a rodar hace tiempo en la Universidad Complutense de Madrid con las primeras teorías y datos de dos profesores de la Facultad de Ciencias Políticas, Carolina Bescansa y Ariel Jerez.

Aunque la auténtica fuerza de Podemos es su organización en Círculos, los Círculos Podemos, extendidos por toda España y formados por personas procedentes en su mayoría del 15M. Estos círculos Podemos trabajan en asambleas participativas y sin dirigentes, practicando una democracia participativa, pura y dura, lo que hace mucha falta en las organizaciones políticas tradicionales.

Para los partidos tradicionales el enemigo a batir no es sólo Podemos, sino también Pablo Iglesias y sus compañeros de viaje. Y los ataques serán directamente proporcionales al miedo que, en determinados sectores del poder, produce su auge. Ya veremos qué sucederá, pero determinados ataques pueden provocar el efecto contrario, hacer crecer aún más a Podemos y a Pablo Iglesias. Ya pasó antes con la Plataforma Antidesahucios (PAH) y su portavoz, Ada Colau.

Estos son momentos históricos, momentos de cambio, el régimen constitucional del 78 se muere, la gente quiere otra forma de hacer política. Y lo que molesta y no admiten las organizaciones políticas de la Transición es lo que ha pasado con Podemos, su irrupción como nadie lo había hecho nunca antes en unas elecciones de la historia democrática de este país. La gente tiene una sensación muy similar a la vivida antes de la mayoría absoluta del PSOE en 1982. Podemos no es solo la fuerza que pueda pactar con IU, sino la fuerza que puede comerse al PSOE, si no despiertan.

Está claro que depende de Podemos el cómo aprovechar o desperdiciar el enorme chorro de legitimidad e ilusión que ha logrado en estos pocos meses. Aunque también de cómo haga la digestión de lo ocurrido Izquierda Unida y de la capacidad del PSOE para disparar contra sí mismo, en vez de afrontar la enorme renovación que debe hacer si no quiere desaparecer como fuerza hegemónica.

Y si hay dudas sobre lo que digo, politólogos y especialistas también lo han escrito estos días en los medios: “Podemos activó a los abstencionistas con un voto joven y de respuesta frente a la crisis, que triunfa mucho más en los barrios humildes que en los ricos. Es un partido que reconfigura la izquierda y que -contra el tópico que se repite estos días- parece beber más del electorado socialista que del de IU. Es en los distritos donde el PSOE cae más, donde Podemos obtiene más votos”.

Realmente Podemos ha conectado con la sociedad mediante un discurso que, más allá de su futuro como partido, ha transformado ya la política española. El resto de los partidos ya no podrán ser tan tácticos, ni hablar sin argumentos o cerrarse a la sociedad. En Podemos hablan claro, saben lo que quieren y son distintos, no forman parte del establishment y enganchan como nadie a ese enorme sector de la ciudadanía que ve en los actuales políticos el problema y no la solución. Sin dudas, hay Podemos para rato. Y lo que espero y deseo es que sea así y no nos decepcionen.


Ángel Luis Jiménez Rodríguez. 



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