jueves, 31 de octubre de 2013

Difuntos o Halloween.


Un año más en la víspera del día de los Tosantos se habla más del Halloween que de los Difuntos. En épocas no tan pasadas eran fiestas en las que se visitaban los cementerios para rendir culto a los muertos. Las tumbas se limpiaban y adornaban como si fueran el cuarto de estar de la casa. Al cementerio se peregrinaba con flores y en familia. Era entonces uno de los centros de la vida social. Ahora lo es menos. Hablar de muerte es hablar de dinero, de cuánto podremos gastar o mejor dicho cuánto podrán gastar los que se quedarán a cargo de nuestro cadáver. Y hasta están privatizando los cementerios, que por otra parte siempre han distinguido entre fosa común, nicho y panteón, es decir, entre ricos y pobres, en eso no ha cambiado nada.

Antes la muerte era fea pero familiar y los entierros eran lentas manifestaciones multitudinarias. Ahora la muerte es casi invisible, secreta, escondida en el hospital y  convertida en una cuestión medica, reservada, en manos de especialistas. Antes se hacía ostentación del luto y la pena. Ahora el luto sería una extravagancia patológica, un signo de atraso. Sin embargo, el Halloween, que se celebra también la víspera de los Santos, es para niños, jóvenes e inclusive para muchos mayores una feria, un carnaval de cadáveres y un desfile callejero de fantasmas, brujas, monstruos o zombis igualados todos por una muerte de mentira.

Halloween se divierte con una muerte falsa y feliz. Se recuerda a los difuntos olvidándolos y espantándolos con risotadas. Si la muerte real se ha retirado como decíamos a los hospitales y se ha hecho casi clandestina, la muerte ficticia se ha vuelto exhibicionista y escandalosa para no hablar de lo innombrable, de lo que se debe hablar siempre. Porque no hay nada más real ni inquietante que la muerte y cuando no la nombras, no nos engañemos, dices más y se entiende perfectamente a que te estás refiriendo.

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

martes, 29 de octubre de 2013

Para qué sirven los sindicatos.

Hace 94 años se implantó en España la jornada laboral de 8 horas. Fue después de una huelga indefinida de 44 días, de esas huelgas que la gente dice que no sirven para nada.

La realidad demuestra sin lugar a dudas que ni uno solo de los derechos que hoy disfrutamos los trabajadores se ha conseguido sin sindicatos. Ni uno solo. No nos engañemos. Allí donde hay un sindicato hay trabajadores organizados, y no cada uno por su lado, como nos prefiere el capital para vencer mejor y conseguir sus reformas, sus recortes y la pérdida de derechos que los trabajadores han conseguido tras muchos años de lucha. Los sindicatos deben corregir todos sus defectos, por supuesto que sí. Sin embargo, no podemos ayudar a destruirlos tirando piedras sobre su tejado. Y eso ocurrirá si no rectificamos a tiempo.
 
Hay mucha gente que lleva demasiado tiempo tirando contra los sindicatos, tratando de desprestigiarlos, de tacharlos de la vida política con la mácula de varias ideas gruesas y/o su excesiva docilidad y acomodo a los ámbitos de poder en una especie de criminalización social que los confronta con una ciudadanía indignada y que desconfía de todo. Pero esa indignación ahora no puede ser la excusa para liquidar a los sindicatos. Es evidente que ha habido casos de corrupción sindical, pero no ha sido generalizada, por supuesto en menor número y con mucho menos daño económico que en el caso de los partidos, las grandes empresas o los bancos privados. Una evidencia que obliga a preguntarnos por qué entonces se ataca tan duramente a los sindicatos, mucho más que a otras instituciones claramente más corruptas.

La razón está clara. Vivimos una etapa de ataque sistemático y constante a los derechos sociales y humanos para favorecer aún más el reparto de las rentas hacia arriba. Los datos no dejan lugar a dudas, según el catedrático de Economía aplicada de la Universidad de Sevilla, Juan Torres López, “el peso de los salarios en el conjunto de las rentas cae sin cesar y las condiciones laborales se deterioran continuamente. En consecuencia, la desigualdad se multiplica y para que ello sea posible hay que vencer la resistencia de los trabajadores, lo que depende fundamentalmente de la fuerza que tengan los sindicatos”. Y esa fuerza no cabe la menor duda la tiene que dar los trabajadores. No nos equivoquemos. Los sindicatos hoy por hoy son imprescindibles y más necesarios que nunca, si es que de verdad buscamos una sociedad más justa, más progresiva y con unos derechos que nos hagan más libres. Ideas y valores de los que no podemos prescindir. Para todo eso, sin ninguna duda, sirven los sindicatos.

Ángel Luis Jiménez Rodriguez

viernes, 25 de octubre de 2013

Cuatro cifras fáciles de memorizar.

Las cifras 0-25-50-100, relativas al desaparecido crecimiento, la tasa de desempleo, la caída del precio de la vivienda y el porcentaje de la deuda pública, ponen en cuestión el discurso del ministro Montoro y del Gobierno sobre los presupuestos del 2014.
Frente al discurso del Gobierno, carente de rigor, y a esas declaraciones grandilocuentes y victoriosas de sus ministros de Economía (Guindos) y Hacienda (Montoro) están la ley de los grandes números 0-25-50-100. El primer dato de esa serie remite a crecimientos en el entorno del 0% hasta 2017 según los vaticinios del FMI. El desempleo va a permanecer en tasas superiores al 25% durante al menos un lustro y eso en parte por la caída de la población activa: los españoles vuelven a emigrar o dejan de buscar trabajo. El tercer dato hace referencia a la caída esperada del precio de la vivienda, un 37% en términos reales para este año, llegando hasta el 50% en 2014. Y finalmente la deuda pública, que sigue aumentando a gran velocidad y rozará ese 100% del PIB en 2014 según los pronósticos del Gobierno.
Sobre esos números se han manifestado diversos analistas y economistas españoles, entre ellos Guillem López Casasnovas, profesor de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y consejero del Banco de España, que dice “El coste de la deuda, sin crecimiento y con un paro escandaloso del 25%, roza el límite de la insolvencia. Hemos acabado en una situación que tiene lo peor de lo peor: tal es el cúmulo de errores que han devenido en la doble recesión española, en parte por las respuestas improvisadas de la UE, Alemania y el BCE”. Y que, sin embargo, han sido aceptadas sin dudar por el presidente Rajoy.
Esa serie del 0-25-50-100 sugiere para Daniel Gros, director del Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), que la recuperación española “será tan lenta como larga: hay que pensar en Alemania y su crisis, que empezó  en 1995 y terminó en 2005”. Gros sostiene que lo peor ha pasado, pero España puede quedarse cerca del fondo que ya ha tocado durante un tiempo. “Lo que pase con el rescate y con la banca dependerá de lo que suceda con el sector inmobiliario: España debería pensar en atraer inversores que se queden los proyectos que están ahí pudriéndose”.
Cierro este corto análisis con las palabras del estadístico de Estado y autor del libro "Las dos próximas recesiones", Juan Ignacio Crespo, que dice: “Los números 0-25-50-100 son horrorosos, pero la economía siempre encuentra válvulas de escape: puede haber llegada de inversiones de países emergentes o que el nuevo Gobierno alemán acepte lo que hasta ahora parecía imposible. Al final, la crisis española seguirá el mismo patrón histórico que suelen tener las grandes crisis: 10 años de purga”. Si ese pronóstico es válido, quedan cinco por delante para salir de la secuencia 0-25-50-100. Un lustro más de crisis que desentona con el “cuán grande será la recuperación” de Rajoy y sus ministros.
Así que ya no más engaños, ni mentiras ni publicidad engañosa, que no somos tontos.  España no va bien, ni tiene brotes verdes, aunque anuncien hoy a bombo y platillo el fin de la recesión y el principio de la recuperación porque hemos crecido el 0,1% en el PIB del tercer trimestre. No sé cuántas veces habrá que recordarle a este Gobierno que no habrá recuperación hasta que no se cree empleo. El empleo es la prueba del algodón de nuestra economía. Porque no es lo mismo la recuperación de la economía española que la economía de los españoles. Y no es un juego de palabras, sino que detrás de la primera solo hay cifras y detrás de la segunda siempre hay personas. 
Ángel Luis Jiménez Rodríguez

miércoles, 23 de octubre de 2013

El pragmatismo político.

Cuántas decisiones equivocadas se han adoptado y cuántos atropellos se han realizado en aras de lo que se llama pragmatismo político.
Según el diccionario de la Lengua Española, Pragmatismo político es la actitud basada en la eficacia, y consiste en ocuparse solo de hechos y oportunidades rechazando todo lo que sea ideológico. Así que nada de ideas, nada de especular, a lo práctico y a tirar para adelante. Sin embargo, esa eficacia política tiene un peligro que es el debilitamiento de la democracia. Y además se discute tan poco como en el siglo pasado lo fueron las doctrinas de apaciguamiento de las organizaciones autoritarias (fascismo, nazismo, etc.), y con el mismo resultado.
Los dirigentes políticos que aceptan recortar los derechos civiles, los portavoces que comparten el lenguaje autoritario de los extremistas, los grupos sociales que se limitan a realizar débiles intentos en defensa de la democracia, serán los responsables de que los extremistas lleguen un día a ocupar extensas áreas de poder. Y que no nos digan que la culpa la tuvieron los furiosos parados o la atemorizada clase media, tal y como ahora se acusa sin ningún pudor a los ciudadanos de haber provocado la crisis con su consumo descontrolado.
La responsabilidad es y será siempre de quienes siendo políticos democráticos hacen el juego a los grupos extremistas hablando de sus temas preferidos, inmigración, seguridad y exclusión del extranjero. El ministro francés del Interior reivindica cada día  más “firmeza” en la política de inmigración haciendo referencia al asunto de la familia Dibrani y su hija Leonarda. Y la Unión Europea ha aceptado sin objeciones que el debate sobre inmigración ocupe un lugar predominante en el contexto de la crisis, cuando los inmigrantes, que yo sepa, no tienen nada que ver con el hundimiento de los mercados financieros. Sin embargo, millones de europeos y españoles creen lo que les dicen los grupos extremistas y sus medios de comunicación. Lo mismo que en los años veinte y treinta millones de alemanes creyeron que los judíos eran los responsables de la crisis.
La periodista Soledad Gallego-Díaz se preguntaba hace unos días en El País qué tienen que ver los inmigrantes con el estancamiento económico de Europa. Qué tienen que ver los inmigrantes con los millones de parados, españoles, portugueses o griegos. Y se contestaba con firmeza: Absolutamente nada. Continuaba diciendo que aceptamos hablar de leyes contra la emigración y el cierre de fronteras como si eso aportará alguna solución a la crisis, y nos creemos, porque así nos lo dicen, que eso es pragmatismo político. Y mientras nos distraemos con estas cosas, el dinero atraviesa fronteras y se guarece en paraísos fiscales, y los políticos hacen como si ese tráfico, esa descapitalización de nuestras empresas, no tuviera nada que ver con la crisis. Además, esperan tranquilizar a sus votantes y justificar de paso a los extremistas diciendo que son los inmigrantes y extranjeros los que amenazan nuestros puestos de trabajo y nuestros ahorros.
Pero eso no tiene qué ser necesariamente así. No nos podemos olvidarnos de nuestros valores democráticos por un pragmatismo sin sentido. Nos equivocamos de nuevo, porque algo se puede hacer y se debe hacer ante la “cruzada ideológica” del nacional-populismo contra los inmigrantes. Y lo más grave es que si no reaccionamos ya, para nuestra vergüenza, no dejaremos testimonio de que todo pudo haber sido de otra manera.  
Ángel Luis Jiménez Rodríguez

sábado, 19 de octubre de 2013

Leer, ¿papel o pantalla?

¿Estamos esperando a los barbaros o los barbaros ya somos nosotros?

Hay una gran polémica abierta en las principales ferias del libro del mundo sobre los dos formatos de libro que tenemos hoy en día, el digital y el impreso. Según los editores de papel, y pese a los malos augurios, no se sienten vencidos porque ahora reman con los dos formatos y dicen que posiblemente cada día habrá menos libros de papel, pero serán mejores. Y es que el soporte es precisamente eso, un soporte, y lo principal seguirá siendo el contenido.

No cabe la menor duda de que los soportes del libro han ido cambiando a lo largo del tiempo. De la misma manera que la imprenta creó el periodismo y géneros literarios como la novela, también el mundo digital traerá consigo novedades que no alcanzamos todavía a imaginar.

Sin embargo, no hay que olvidar el hábito de la lectura, un arte esencial que a lo largo de los siglos ha servido para aprender, estudiar y conocer el mundo. Y que hoy tiene un posible peligro en internet. Porque como advertía el erudito canadiense  MacLuhan  cada medio tecnológico nuevo transforman al individuo y la sociedad. Y el tiempo le ha acabado dando la razón.

Ahora el conocimiento está almacenado en el espacio y cualquiera puede acceder a él apretando los botones indicados. La memoria y el esfuerzo intelectual ya son prescindibles, o mejor dicho, patrimonio exclusivo de las pantallas y de los ordenadores. Esto le está causando daño a la escritura y a la lectura. No dejo de escuchar a estudiantes, profesores y amigos decir que han dejado de leer. Pero no entiendo por qué si la lectura se puede hacer igual en papel o en pantalla.

Leer no está anticuado, y compartir su enseñanza es un acto superior por lo que no se debe permitir que la sociedad actual pierda ese hábito y se deje manipular por las nuevas tecnologías. Los jóvenes han delegado su mente en las maquinas y posiblemente algunos leen y escriben más que antes pero de forma superficial. Dicen que con internet todos saben de todo, lo que equivale a decir, que nadie sabe de nada.

La lectura, la escritura y el saber son algo activo, por lo que no se debe delegar en un aparato o instrumento que archiva y procesa y comparte la información pero también tecnologiza la palabra y la creación. Me pregunto, si este triunfo de la sociedad de la imagen acabará con el “homo sapiens” a favor del “homo pantallus”. Dios no lo quiera.
Ángel Luis Jiménez Rodríguez

jueves, 17 de octubre de 2013

La reforma local y los servicios sociales.

Cómo se pueden aprobar sin consenso en el Parlamento español las reformas de leyes orgánicas -leyes de la mayoría-, que nacen ya muertas, solo con los votos del PP, ya que serán derogadas en la próxima legislatura, si no las anula antes el Tribunal Constitucional.

Hoy se inicia en el Congreso de los Diputados el debate sobre el proyecto de ley de la reforma local, que se aprobará solo con los votos de los diputados del PP como otras leyes reformistas anteriores y con el rechazo total de la oposición, que ya ha anunciado su derogación en la próxima legislatura y un recurso previo ante el Tribunal Constitucional.

Esta reforma deja sin dinero y sin competencias a los Ayuntamientos. Además alarma a alcaldes y ciudadanía por el incierto futuro que se cierne sobre los servicios sociales municipales, prestaciones especialmente exigidas y necesarias en tiempos de crisis económica como los actuales. Los alcaldes temen la desaparición de la red asistencial de proximidad desarrollada a lo largo de tres décadas y fuertemente arraigada, que en la actualidad da servicio a siete millones de personas.

El cambio que introduce la nueva norma supone un importante cambio de concepto. La ley de Bases actual, de 1985, atribuye a los Ayuntamientos competencias en “servicios sociales, promoción y reinserción social”, aunque las comunidades se hayan ido haciendo cargo de esas competencias, al menos sobre el papel, en sus respectivos estatutos de autonomía. De ahí que los municipios, especialmente aquellos de más de 20.000 habitantes, fueran desplegando desde la mitad de los años ochenta servicios de ayuda a domicilio, residencias de mayores, prestaciones de ayuda a la familia, de prevención e inserción social, comedores públicos o cualquier otro que el Consistorio consideró necesario para sus ciudadanos.

Con el paso de los años, esta atención próxima se ha convertido en una amplia red asistencial con un elevado volumen de gasto. La Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales es la que más ha insistido en la amenaza que supone la ley de reforma de la Administración local, contabilizando -de acuerdo con lo recogido en el presupuesto líquido de 2012- en 5.118 los millones de euros que están en el aire debido a la reforma del Gobierno.

Regidores de todo signo político, inclusive los del PP, han elevado el tono de sus quejas a medida que se acercaba el debate sobre esta nueva reforma. Reforma que forma parte del programa de ajustes y austeridad del Gobierno y que pretende llevar a la práctica el principio: una administración, una competencia. Y  ninguna asistencia, digo yo.

En su actual redacción, el proyecto de ley de racionalización y sostenibilidad de la administración local limita a los Ayuntamientos las competencias en servicios sociales. Solo los que tengan más de 20.000 habitantes están obligados a hacer frente a una reducida labor de “evaluación e información de situaciones de necesidad social y atención inmediata a personas en situación o riesgo de exclusión social”. En los municipios más pequeños, el 87% del total, esta competencia se reconoce pero no será de obligatoria aplicación. El resto de los servicios sociales recaerán en la Administración autonómica, que no tiene ni medios ni intención de asumir este servicio.

Este domingo se reunieron en Madrid más de 2.000 regidores para protestar por esta reforma y anunciaron que acudirán al Tribunal Constitucional si el Ejecutivo no consensua la ley con ellos. “La norma obedece a un criterio economicista, es decir, lo único que pretende es ahorro”, apuntaba su portavoz. “Y no conozco otra forma de ahorro en el gasto público que no suponga recortes y quitar prestaciones a los ciudadanos”, sentenciaba.

La mayoría de los alcaldes reunidos se preguntaban si el PP se plantea quién va a prestar estos servicios y cómo se van a prestar cuando se apruebe esta reforma. O la realidad es que quieren que desaparezcan. Ya lo decía, pero desde otro punto de vista, la viceconsejera de sanidad del PP de Madrid, “¿tiene sentido que los pobres o los enfermos crónicos vivan gratis del sistema?”. Y digo yo, ¿la ciudadanía seguirá con la misma apatía ante esta pandilla de malvados e inútiles?

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

miércoles, 16 de octubre de 2013

Economía y Política ficción.

No sé qué le pasa a este país, pero las cosas por las que discutimos y que generan más confrontación son las que menos ayudan a la gente a salir de la crisis.

Hace unos días, Rajoy estuvo en New York interviniendo en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y además de contarnos relatos de economía ficción y otros cuentos chinos, quiso escaquearse cuando le preguntaron por su colega Bárcenas, por la financiación irregular de su partido y por la destrucción de pruebas y discos duros en la entrevista de la prensa de información financiera Bloomberg. No pudo porque las entrevistas allí no se hacen a través de un televisor de plasma como aquí.

El lunes en San Sebastián, el expresidente José María Aznar, en su intervención en el acto de presentación del libro “Cuando la maldad golpea”, nos advirtió en tono apocalíptico sobre el peligro de los nacionalismos. Sin citar al País Vasco ni a Cataluña, los acusó de “pedir lo imposible” y con ello, provocar “el desguace de la nación y el Estado”. Como siempre mucho ruido y pocas nueces. Aunque al escuchar a Aznar decir  “desguace de la nación” pensé que se refería a lo que está haciendo el Gobierno de su partido con la nación española.

El martes el presidente de la Generalitat, Artur Mas, lamentaba que las palabras del expresidente del Gobierno, José María Aznar, estuvieran cargadas de “intransigencia, intolerancia y beligerancia” hacia Cataluña y sus aspiraciones democráticas. Además, advirtió a Mariano Rajoy que lo que está en juego en Cataluña no es “un cambio de cromos” sino el dar una respuesta madura y democrática a las demandas de los catalanes. “Con el no a todo no se construye nada”, sentenció el independentista Mas.

Todo esto que se dice por parte de unos y otros, me parece que no tiene nada que ver con la realidad, sucede en otro plano, en otra frecuencia, más bien en el territorio de la política ficción a la que nos tienen tan acostumbrados nuestros políticos en esta crisis. Ese “España nos roba” que dicen ahora los independentista catalanes sobre el sistema de financiación autonómico, además de ser un enfrentamiento estéril, es también una pieza de ficción y de mentira, pues la financiación ha sido pactada y firmada por CIU con todos los Gobiernos habidos del PSOE y PP desde 1993. Y, sin embargo se insiste, se escriben artículos, se montan debates y se hacen discursos que no tienen nada que ver con la realidad y con los problemas que sufrimos en esta crisis todos los españoles.

Afortunadamente, España es mucho más que todos estos políticos que nos han tocado en mala suerte, que no merecen ningún respeto, ni por supuesto, ninguna credibilidad por todas sus mentiras y engaños.

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

domingo, 13 de octubre de 2013

Un Gobierno de mentirosos.

Solo me faltaba por ver que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, el miembro del Gobierno con mayor aceptación por su sinceridad, también termine siendo una mentirosa.

Ocurrió ayer viernes, después del Consejo de Ministros, al ofrecer información sobre la lucha contra el fraude fiscal y laboral. Y esa información no se ajustaba en absoluto a la realidad y la verdad. La vicepresidenta aseguró que entre enero de 2012 y junio de este año, el tiempo que lleva el PP en el Gobierno, se habían descubierto a 520.000 personas que cobraban de manera fraudulenta el seguro de desempleo, lo cual había permitido ahorrar 3.160 millones. Estas mentirosas declaraciones insultaban a uno de cada cinco de los parados de este país con derecho a prestación.

Durante los trece minutos que duró su intervención inicial, insultó, no sé por qué, y de forma reiterada a ese supuesto medio millón de parados defraudadores. La cifra es una barbaridad en relación con el número de ciudadanos que cobran la prestación (2,9 millones de parados). Y por supuesto no se ajusta a ningún dato que pudiera ser cierto, pues las cifras aportadas por la vicepresidenta supondrían que casi un 20% de las personas que cobran la prestación por desempleo defraudan. Qué frivolidad e insensatez de la vicepresidenta, que además se negó a explicar el origen de las cifras aportadas.

Posteriormente, el Ministerio de Empleo aclaró que estas cifras, cuyo detalle siguen sin explicar, corresponden -en una enorme mayoría- a casos de personas a las que se les ha retirado la prestación durante un mes por problemas administrativos, como por ejemplo no acudir a una cita prevista o carecer de alguna documentación, y que después se han subsanado quedando resuelta la suspensión. Según los datos de los servicios de Inspección de Trabajo y Seguridad Social, la cifra real de personas que hasta el mes de agosto han cobrado de manera fraudulenta el desempleo por haberlo compatibilizado con un trabajo no declarado fue de 5.833. Esta es la realidad que todos  debemos conocer para descubrir las mentiras de la vicepresidenta.

Qué obsesión tiene este Gobierno por el recorte, sobre todo en el gasto por la prestación por desempleo. Por eso si hay que mentir, se miente de forma descarada, y sin importar el daño que se hace. El problema es que la mentira tiene las patas muy cortas y al final resplandece la verdad. A la vista de los datos publicados entiendo que lo que procede ahora es que la vicepresidenta pida perdón al más de medio millón de parados a los que ha insultado con mentiras. Y que explicara en una comparecencia posterior, parlamentaria o de prensa, las razones para acusar de fraude al 20% de los desempleados de este país. Si no pide escusas y/o se explica, la vicepresidenta quedará como una mentirosa. Una más de un Gobierno de mentirosos.

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

viernes, 11 de octubre de 2013

No se puede salir de la recesión sin crear empleo.

Esta semana tres noticias ponen en cuestión una vez más las políticas de austeridad y empleo del Gobierno de Rajoy, desmintiendo la salida anunciada de la recesión porque es imposible sin la creación empleo.

La primera noticia dice que la recesión deja paso al estancamiento en España. Esta noticia está extraída de las previsiones para nuestro país en 2014 del Fondo Monetario Internacional (FMI), publicadas esta semana. Sin embargo, lo relevante no es sólo lo que puede suceder el año que viene, sino las proyecciones a largo plazo que sitúan el crecimiento español en sólo un 1,2% el año 2018. En todo caso, por debajo de lo que crecerá la eurozona.

La consecuencia de tan débil crecimiento no es otra que los tímidos avances en el tema  del empleo. De hecho, el FMI estima que el desempleo se situará el año próximo en niveles muy parecidos a los de este año. En concreto, estima que la tasa de paro afectará al 26,7% de la población activa. Para hacerse una idea de lo que significa ese registro hay que tener en cuenta que la eurozona se situará en el 12,2% (menos de la mitad) y los países avanzados de apenas el 8%. España y Grecia (en ambos casos por encima del 26%) seguirán siendo las naciones con más paro.

El enquistamiento del paro en la economía española tiene que ver, lógicamente, con su incapacidad para crear puestos de trabajo. El FMI estima que en 2014 se volverá a perder otro 0,7% de la fuerza laboral, es decir, alrededor de 50.000 empleos. Esta cifra es ligeramente superior a lo que prevé el Gobierno de Rajoy, y pone de manifiesto las dificultades del sistema productivo para crear empleo pese a las sucesivas reformas laborales. Así que España puede seguir todavía destruyendo empleo por algunos años más, algo que no tiene precedentes en Europa.

Pero hay más, el FMI recordaba ayer que las desigualdades entre ricos y pobres han aumentado en nuestro país pese a la crisis -un 13,2% más de millonarios-, y criticó los “trucos” de las grandes empresas y fortunas para pagar menos impuestos mediante la ingeniería financiera. El organismo internacional considera que todavía hay margen en España para subir los impuestos a los contribuyentes con mayores ingresos y sostiene que hay “argumentos para elevar también los impuestos a la propiedad”. Recuerdo que esto lo dice el FMI, no la izquierda española.

La segunda noticia trata de la publicación el pasado martes del artículo “Cinco años en el limbo” del premio Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz. Es un análisis sobre el estado de salud de la economía mundial que coincide con las previsiones del FMI. Stiglitz enfría el entusiasmo de quienes en Europa celebran el final de la recesión. Afirma que “una economía en la que los ingresos de la mayoría de sus ciudadanos son inferiores a los de 2008 sigue todavía en crisis”.

Los datos del FMI son su principal aliado para lanzar un mensaje contundente a España y Grecia, países a los que recuerda que “con una tasa de paro del 25% se está en recesión”. Stiglitz da un tirón de orejas a los gobiernos que han apostado por las medidas de austeridad como el de Rajoy, porque dice que con estas medidas “han fracasado” en su intento de recuperar empleo a corto plazo. Ayer el ministro de Guindos dijo que sí, pero que no, en la reunión del FMI. “España ha salido de la recesión, pero solo de la recesión técnica, debido al 25% de paro”.

Stiglitz dice que es posible conseguir un sistema financiero más estable que en 2008, pero matiza “este es un objetivo muy poco ambicioso porque en ese momento nos tambaleábamos al borde del precipicio”. El análisis de Stiglitz concluye con una recomendación. “Hacen falta mejoras regulatorias para todo lo que queda por hacer porque para la mayoría de la gente tres cuartas partes del vaso sigue vacío”.
                                                                         
La tercera noticia habla de la designación el pasado miércoles de Janet Yellen como nueva presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos. Janet Yellen, de 67 años y vicepresidenta de la Reserva Federal desde 2010, dijo que en su puesto "promoverá el máximo empleo, precios y un sistema financiero estable" y, aseguró que el mandato del banco central es el de “servir a todo el pueblo estadounidense”.

Janet Yellen dedicó sus primeras palabras en público a los parados. La elegida para liderar el banco central, estudiosa del mercado laboral, dijo que el empleo será su prioridad. “Hay que hacer más para fortalecer la recuperación y generar empleo”, porque pese al “progreso” tras “seis años tumultuosos”, muchos estadounidenses siguen sin encontrar trabajo y posibilidad de pagar sus cuentas.

El presidente Obama la describió como una "líder probada" y "excepcionalmente cualificada" que no tiene una bola mágica, sino un profundo conocimiento de cómo funcionan la economía y los mercados. Asimismo, subrayó que su candidata a dirigir la Reserva Federal a primeros de año, es una persona que ya ha dicho anteriormente que mira a los datos macroeconómicos y de desempleo "no solo como estadísticas", sino también como la vida de la gente. Su prioridad, dedicación y compromiso a partir de ahora.

Qué diferencia entre los discursos sobre la economía, los salarios y el empleo de la nueva presidenta de la Reserva Federal o Banco Central de los Estados Unidos, y las mentiras, manipulaciones y engaños de los ministros del Gobierno de España con los presupuestos de este año y del próximo. Y es que la realidad de nuestro país supera todos los días lo imaginable, así que no hay otra solución que cambiar esa realidad.

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

jueves, 10 de octubre de 2013

¿Bahía de Algeciras o de Gibraltar?

El profesor chino-estadunidense Yi-Fu Tuan de 82 años, considerado el nobel de los geógrafos, dice que “se puede sostener que los ingenieros pueden crear localizaciones, pero el tiempo es necesario para crear lugares”.

Debido a la actualidad del tema de Gibraltar y la permanente polémica sobre los derechos de las aguas territoriales, hay una pelotera continua entre la prensa española y británica sobre cómo llamar a la Bahía, “bahía de Algeciras” como decimos los españoles o  “bay of Gibraltar” como dicen los gibraltareños.

Y es que hasta el empleo de determinados nombres propios, particularmente de espacios geográficos sobre los que se emplean distintas denominaciones, suscitan grandes polémicas. Inclusive hay periódicos españoles que hoy llaman “Gibraltar bay” a la “bahía de Algeciras”, aunque siempre haya figurado como tal en todos los mapas españoles. Lo cual me parece una autentica pijotada, de “pijo” no de pijota.

Para los que tengan dudas a la hora de escribir solo tienen que acudir al Instituto Geográfico Nacional que fija el nomenclátor -catálogo o lista de nombres-. Y en nuestro caso lo dice muy claro, “bahía de Algeciras”. Pero si quieren más la Enciclopedia británica incluye el topónimo de “bay of Algeciras”, junto a la tradicional de Gibraltar, aunque esto no le gusta a la prensa gibraltareña ni al Gobierno de Gibraltar.

El catedrático de Geografía Humana, Fernando Arroyo, de la Universidad Autónoma de Madrid lo explica claramente. “La toponimia de un territorio o sea el nombre de un lugar puede utilizarse como forma de apropiación de un lugar por un grupo, reafirmando la identidad, imagen o símbolo de la población que lo habita. Ello debido a que todo topónimo es expresión de la perspectiva o experiencia que tienen las personas que lo habitan y que desean hacer de ese lugar un espacio solo significativo para ellos e inteligible para todos los demás”.

Pero lo que no me parece adecuado, ni acertado es la filosofía que mantiene Google en esta polémica nada técnica sino geopolítica. El buscador Google tiende a acomodarse a la hipotética sensibilidad de su audiencia, justificando esta filosofía con el objetivo de que sus mapas sean útiles a los usuarios en cada idioma. Para ello presenta el nombre que esperan ver sus usuarios sin eludir el nombre alternativo en disputa. En Google sección mapas, cuando buscas en la versión inglesa (google.com) presenta la zona como “bay of Gibraltar”, sin embargo en la versión española (google.es) buscas “bahía de Gibraltar”, y está sustituida por la expresión “bahía de Algeciras”. Así cualquiera.

Al final esta polémica sobre el nombre de la Bahía, que compartimos todos los que vivimos en ella, no es tan importante como el poder utilizarla para beneficio de todos sus vecinos, los de un lado y del otro de la Bahía. Aunque no como mercancía o espacio de enfrentamiento geopolítico, sino como lugar para sentir y compartir por ser el sitio donde vivimos todos.



Ángel Luis Jiménez Rodríguez

miércoles, 9 de octubre de 2013

Privatizando la vida.


Este Gobierno desde que ganó las elecciones en noviembre de hace dos años nos repite machaconamente que los servicios públicos son un desastre y que hay que privatizarlos en beneficio de todos los usuarios. Aunque la realidad es para beneficiar solo a unos pocos empresarios: los suyos. Como ocurre, por ejemplo, con el fichaje por Iberdrola del marido de la Cospedal, que le garantiza a dicha empresa más facilidades, sablazos y subidas para los usuarios de sus servicios eléctricos.

De hecho, la vía privatizadora es dominante en los municipios andaluces en poder del PP. Cada alcalde nuevo quiere que el mundo del negocio entre a saco en los transportes públicos, la sanidad, la educación, el cementerio, la basura, y quizá el aire, pero  convenientemente depurado como tendría que estar en el Campo de Gibraltar. Hay demasiada polución y contaminación y se hace poco. Aunque al final ocurriría como con el agua mancomunada que no se depura, pero si se cobra.

Se nos dice por el PP que privatizando los servicios, el usuario o cliente -al usuario lo llaman cliente para transformar a los ciudadano en clientes forzosos de los empresarios- percibirá la importancia que tiene el cuidado de un bien público, valorándolo y haciendo un uso responsable del mismo. Dichas así, estas palabras parecen meditadas y razonables, aunque en el fondo demuestran una rotundidad autoritaria y un trato infantilizado de los ciudadanos que no perciben o no saben darle la importancia debida a las cosas. No saben cuidar los bienes públicos, ni los valoran, y por eso hay que privatizarlos. ¿Cómo? ¿Qué dicen?

Hay que abrir los ojos y darse cuenta que este es el lenguaje o la forma de hablar de los propagandistas, embaucadores y vendedores de mitos. Y uno de los mitos en circulación que han existido siempre, pero que ahora promocionan mejor que nadie los del PP, es que los empresarios tan preocupados por sus beneficios, al mismo tiempo están favoreciendo a todo el mundo. Sin embargo, la realidad es que en los últimos años tenemos abundancia de ávidos empresarios que anteponen su propio y máximo beneficio a las normas y las leyes vigentes, y además quieren ganar mucho dinero en el menor tiempo posible.

Pero lo más grave es que no aprendemos y seguirán y seguiremos repitiendo como urracas las fabulas privatizadoras. Seguirá el desmantelamiento gradual de todo lo que es compartido, común y dependiente de los impuestos que pagamos los ciudadanos. Y seguirán privatizando nuestras vidas, por eso tengo muy claro que si ahora no hacemos nada, luego será demasiado tarde. Y el que avisa no es traidor.

Ángel Luis Jiménez Rodriguez

domingo, 6 de octubre de 2013

Cataluña independiente: Estado fallido.

Algo va muy mal en Cataluña, pero también en otras comunidades autónomas, porque es difícil saber dónde y cómo acabará este embrollo de los nacionalismos, cuya existencia no son el producto de procesos históricos o económicos, sino de los intereses de las élites políticas.

Este Gobierno no se entera, ni se quiere enterar que el problema de Cataluña es el primer problema de España. El laberinto catalán se enreda cada día más porque las posturas defendidas se basan en intereses políticos e ideológicos nada realistas que al final pueden provocar la fractura social de este país llamado España. Sin embargo, parece no importar mucho, porque el PP solo tiene un discurso “No cabe en la Constitución”. Y los independentistas un mantra mil veces repetido “Queremos la independencia”.

Los catalanes no se dan cuenta de que una declaración de independencia unilateral, tras una consulta ilegal, les dejaría al margen de la Unión Europea y de organismos internacionales como Naciones Unidas. Cataluña podría ser un Estado, pero no un Estado reconocido con vida internacional normal, sino algo parecido a Kosovo o Palestina. Y esto es una pobre solución para un proceso tan ilusionante como el que le  vende a los catalanes el señor Mas.

Otra mentira vendida a todos los catalanes es que una declaración soberanista por vía plebiscitaria les daría legitimidad democrática. Me figuro que la misma que tiene Palestina donde todos los ciudadanos están a favor de la independencia plebiscito tras plebiscito. Esto es hacer supuestos que al final se quedan en nada, sabiendo además  que cualquier región europea que salga de su Estado queda fuera de la Unión. Después, por supuesto, pueden pedir el reingreso y ya se estudiará. Pero Cataluña no tiene muchos amigos que le faciliten su ingreso en la Unión Europea.

El Gobierno conservador británico está tratando de convencer mediante campañas de todo tipo a los escoceses de que les iría pesimamente mal si salieran del Reino Unido, aunque también les dicen que estarían dispuestos a dialogar y pactar si fuera necesario para presentar a Escocia como nuevo miembro de la Unión. En España la discusión se ha exacerbado tanto que se han roto las vías de diálogo, y las posibilidades de algún acuerdo o pacto son casi imposibles. Así que Cataluña tendría que negociar como nuevo país las condiciones de su entrada en la UE. Ya no hablo de entrar en el euro, porque si no se es miembro de pleno derecho de la Unión, no se es miembro de pleno derecho del euro.

En esa situación transitoria Cataluña tendría dos opciones igual de negativas. Una, usar el euro como Andorra, Mónaco, San Marino o Kosovo, pero sin derechos y apoyos del Banco Central Europeo, lo que es esencial. Otra, crear una moneda propia, lo que sería aún peor por su debilidad, su poca capacidad presupuestaria y su pobre capacidad exportadora y de acción a nivel europeo. Entonces estarían condenados a la devaluación, y eso significaría devolver los préstamos mucho más caros.

Pero todos estos razonamientos parecen no importar nada. Porque ahora los independentistas empiezan a decir que tampoco estaría mal tener a Cataluña fuera de la UE, como Suiza o Andorra. Cuando su realidad sería la de un Estado fallido como Kosovo. Todo esto me parece una autentica locura. Por eso, hay que buscar una salida a esta situación. Pero esto no es posible sin diálogo. Y sobre todo explicando una y otra vez por todos los medios habidos y por haber que la independencia no es lo bueno en 2014, ni en el futuro, sino lo malo. Y que una Cataluña independiente sería lo peor que le podría ocurrir a los catalanes, pero también a todos los españoles. Aunque me temo que para todo esto ya llegamos tarde.

Ángel Luis Jiménez Rodriguez

jueves, 3 de octubre de 2013

La austeridad mata.

Cinco años después del estallido de la crisis financiera internacional está demostrado que las políticas de ajuste tiene un fuerte impacto sobre las distintas economías y el bienestar de sus ciudadanos, pero también sobre la salud física y mental de la población.

El investigador de Oxford David Stuckler acaba de publicar con su colega  Sanjay Basu el libro “Por qué la austeridad mata” (Taurus), un detallado estudio sobre los aspectos económicos de la salud en el que pone en evidencia las consecuencias de las políticas de ajuste. "Aumentan el paro, las enfermedades y los suicidios cuando se aplican recortes".

En este libro se desgranan los efectos de los recortes económicos a través de estadísticas y casos de personas directamente afectadas por los recortes. Además pone en cuestión la afirmación de los dirigentes políticos y económicos de que la austeridad es imprescindible para reducir los desajustes fiscales y la deuda. Dice Stukler que lo que consigue la austeridad es retrasar la recuperación, en el caso de que lo consiga. Como ejemplo pone a los países que han aplicado en el pasado las recetas del Fondo Monetario Internacional y cuenta que mientras eso sucede se está devaluando la sanidad pública y la salud de la población. La idea más extendida es que las recesiones son inevitablemente perjudiciales para la salud. Pero no es así. Son una amenaza, pero también una oportunidad para la salud pública. El problema es que se está optando por empeorarla, no por mejorarla.

“No es admisible el argumento de que España no se podía endeudar más”, afirma Stukler. La prima de riesgo que tenía España antes de aplicar las políticas de austeridad era muy inferior a la que tiene ahora. Además, lo que se está consiguiendo es retrasar el crecimiento, alargar la recesión y más paro. El paro es el principal riesgo para la salud de un país. Y España tiene seis millones de parados. Un 57% de los jóvenes no tiene trabajo, lo cual es una situación de extrema vulnerabilidad. Deberían ver que en países donde no se ha aplicado la austeridad como EE UU, la economía va mejor que en los que sí lo han hecho como Reino Unido y Grecia, donde la crisis se ha convertido en una tragedia sanitaria. No tiene por qué ser así, una crisis puede servir para corregir políticas.

Según Stukler los estudios de los datos existentes y de las estadísticas sanitarias demuestran que la austeridad tal y como está planteada es un peligro para la salud pública. Peligro de vida o muerte. Un parado es más proclive a las enfermedades mentales, a caer en depresiones, ansiedad, a consumir alcohol, drogas, etc. Además, cae la esperanza de vida. Un parado puede perder su casa y verse en situaciones de emergencia. En los países en los que se han aplicado medidas de austeridad los suicidios han aumentado. Los datos están ahí. Y está claro que si no se cambia es por ideología. El FMI ha tenido que pedir perdón a Grecia recientemente, pero ya es tarde. El problema es que son decisiones ideológicas de los defensores del libre mercado y de la austeridad que tienden a creer que las deudas hay que pagarlas, independientemente del coste en términos humanos, cuando la prioridad es crear empleo, no la austeridad. Se puede recortar, pero nunca en sanidad, educación o servicios sociales. Una persona con empleo enfermará menos, consumirá más, tributará y estará más feliz.

La conclusión del libro es que las decisiones económicas no son solo cuestión de tasas de crecimiento y de déficits presupuestarios, sino también una cuestión de vida o muerte. Por eso, invertir en salud es una opción sabia en las mejores épocas y una necesidad urgente en las peores.

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

miércoles, 2 de octubre de 2013

Quién se cree los presupuestos de este Gobierno.

Según dice el Gobierno los presupuestos del Estado para 2014 son los de la recuperación, sin embargo son más de lo mismo: recortes de derechos, austeridad, pobreza, mentiras y engaños.

Los presupuestos no son como se presentan y empiezan, sino como terminan. Y en las dos legislaturas anteriores las cuentas de la Administración con este Gobierno han acabado mal, han sido de un fiasco total. Los terceros presupuestos del PP se entregaron ayer en el Congreso de los Diputados. Y no son una presentación más. En los dos primeros, el exceso de recortes e impuestos asfixio la actividad económica y aumento el desempleo. Y en esta legislatura ya resultan papel mojado porque se hacen sobre supuestos erróneos, con menos ingresos de los previstos y con más gente trabajando de la que hay en realidad. Y así las cuentas no salen.

Uno de los principales parámetros que el Ejecutivo siempre subestima es el del paro. Así, en las primeras cuentas de Rajoy elaboradas en primavera de 2012, el Ejecutivo aspiraba a tener una tasa de paro del 24,3% en ese ejercicio. Sin embargo, el paro superó en 600.000 personas sus expectativas. Para el ejercicio siguiente (2013) volvieron a prever la misma tasa de paro y una reducción del número de parados. Pero finalmente y según las últimas previsiones, la tasa de paro se quedará en 2013 en un 26,6%; y será en el próximo ejercicio (2014) cuando dice el ministro de Economía que caerá al 25,9%. ¿Quién se lo cree?

Si las cifras de empleo están distorsionadas, las de ingresos por IRPF no dan pie con bola. En 2012 Montoro calculó que recaudaría 73.100 millones de euros, un 4,7% más que el año anterior, gracias al "recargo temporal de solidaridad" con el cual Hacienda gravó más las rentas del trabajo y menos la de sociedades. Pues bien, incluso ni con el recargo, los ingresos cumplieron las previsiones de Montoro porque se quedaron en 72.588 millones de euros.

Aunque este Gobierno no se desanimó y presupuestó para 2013 unos ingresos de IRPF de 74.215 millones de euros. Sin embargo, según datos publicados hoy mismo, la recaudación en 2013 se quedará en 71.982 millones de euros. Más prudentes, para el próximo año esperan recaudar un 1,7% más de lo que finalmente se liquidará. La cifra lleva los ingresos del IRPF (si se cumplen los de 2014) a la casilla de salida de las previsiones de Montoro, es decir, a lo que logró recaudar en 2012. ¿Quién se lo cree?

Con estos antecedentes sobre los ingresos que menguan cada año, también hay que contemplar el desfase de la seguridad social. En el 2012 hubo 5.000 millones menos de lo previsto. Además de una deuda pública que sigue a galope pues en Julio ya estaba en el 91,6% sobre el 92,6% previsto para todo el 2013, es decir, que a final de año superará el billón de euros -según el FMI España no tenía una deuda igual desde 1909-. Esta deuda lastrará de forma muy significativa la capacidad de maniobra del Gobierno por el creciente peso del pago de intereses (el 10,3% del presupuesto), lo que dejará al Ejecutivo con un margen de maniobra muy escaso. Todo lo anterior más la sombra permanente del paro hace que dudemos mucho de las previsiones del Gobierno para el año 2014. Pero, vuelvo a preguntar, quién se lo cree.

Por todo lo anterior, y más que no digo para no ser demasiado agorero, no tengo más remedio que afirmar -y así lo confirman también los expertos- que los presupuestos de la recuperación de este Gobierno son una mentira y un engaño, y que se estrellaran de nuevo con la realidad como ocurrió con los dos anteriores. Así que ni habrá el crecimiento previsto, ni la recuperación económica apuntada, y al igual que en los anteriores presupuestos faltarán estímulos para el empleo, se congelarán de nuevo las nominas de los trabajadores públicos y se recortarán las pensiones en la cuantía necesaria para alcanzar los 33.000 millones previstos hasta 2022.

La conclusión que podemos hacer sobre las cuentas del Estado para el 2014 es que tendremos más recortes de derechos, más austeridad, más pobreza y menos democracia. Los ciudadanos tenemos que comprender cuanto antes que estas cosas que suceden ante nuestros asombrados ojos son como mínimo para indignarse por intolerables y ultrajantes.

Ángel Luis Jiménez Rodríguez