jueves, 15 de diciembre de 2011

La nueva Europa.

Ya han pasado unos días desde la cumbre del Consejo de Europa. Ahora puedo reflexionar con cierta perspectiva sobre el plan de austeridad fiscal de la canciller alemana, Ángela Merkel, que parece nos alejará de la amenaza de fractura de la eurozona. Y ello debido al compromiso de todos los países de la Unión Europea, excepto el Reino Unido que se ha descolgado, para hacer viable la unión monetaria. Pero, si el Banco Central Europeo (BCE) no compra deuda soberana, aunque sea en secreto, de cualquier país del euro atacado por los especuladores, esta unión se convertirá más en una cuestión de fe que en una realidad. Así que con este acuerdo firmado, el euro se salvará, pero la recuperación del crecimiento capaz de generar empleo se perderá, ya que no se estimula el crecimiento con las políticas económicas adecuadas. Hay una renuncia evidente de soberanía y un déficit democrático que preocupa menos que el déficit fiscal, por eso lo acordado no sirve. Algunas de las principales medidas ya conocidas del plan impuesto por Ángela Merkel son la estricta austeridad del gasto público; la elevación a rango constitucional del equilibrio presupuestario; el establecimiento de un techo de déficit cuyo incumplimiento conllevará sanciones automáticas; la cesión de las decisiones importantes sobre los presupuestos nacionales al Consejo de Europa… todas estas medidas presentan paradojas políticas y debilidades jurídicas que pueden hacer sudar tinta durante meses a los líderes y abogados de Bruselas, sobre todo, si el directorio franco-alemán se rompe. Será capaz Nicolás Sarkozy de conseguir en su país la mayoría necesaria para su aprobación. Seguirá pretendiendo Ángela Merkel dirigir Europa con el calendario electoral alemán en la mano y gobernar con instrumentos de ámbito nacional el interés general de los europeos. Eso si, como resultado de la cumbre europea, nos dicen que ha nacido una nueva Europa. Sarkozy añade “la palabras clave de la nueva Europa serán la convergencia de las economías, las reglas presupuestarias y la fiscalidad”. Pero, en esos siete folios de acuerdo para la nueva Europa, dónde se habla de su principal problema, el paro, con 25 millones de europeos sin trabajo, y de la pobreza y desigualdades en alza o de las inversiones y de las políticas de crecimiento. Piensan los líderes europeos que ese plan de austeridad, que comporta un grave retroceso social y que trata de desmontar el precario Estado del bienestar, además de causar graves daños a la población, puede ser también la sepultura del neoliberalismo que nos imponen. Qué tengan cuidado, porque crece la indignación y con ella la reacción popular para defender los derechos conseguidos en décadas de lucha.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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