domingo, 4 de diciembre de 2011

Lo mejor del ser humano.

La compasión como concepto ha tardado mucho tiempo en incorporarse a nuestro sistema de valores. Los filósofos griegos desdeñaban la compasión por considerarla humillante para quien la ejercía y la recibía. En el nuevo Testamento, la compasión apareció como el fundamento de la ética cristiana. En el Antiguo Testamento, ni siquiera se menciona. En el Islam es una virtud esencial. El budismo y del hinduismo están más pendientes de la liberación personal que de la misericordia hacia los demás. Tampoco en la filosofía de Confucio, -lo más parecido a la religión para los chinos- la compasión tiene relevancia. Los chinos creen en los antepasados, en los lazos familiares y en las máximas de Confucio. Esta asombrosa cualidad humana que hace afligirte por el que no conoces y tratar de ayudarle cuando lo necesita, ha sido incorporada a los valores de occidente y de nuestra civilización gracias a una corriente de pensamiento cristiano y a la eterna duda pagana, que busca la purificación del alma mediante la experiencia de la compasión. Es una experiencia que te obliga a acercarte a los demás, a sentirlos, a entenderlos y finalmente, a ayudarlos. Y que se ha convertido en el núcleo de lo mejor del ser humano.

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