Maurice Duverger,
uno de los tratadistas más conocidos del mundo de la Ciencia Política, dice que
los procesos electorales plebiscitarios suelen estar vinculados a un candidato único
que debe dejar siempre muy claro al elector cuál va a ser el sentido de su voto.
Ayer por la tarde arrancó
el debate de Política General en el Parlamento Catalán con el discurso del Presidente
Mas. Habló de mantener el calendario de la consulta o referéndum y avisó de la
posibilidad de elecciones anticipadas si no se celebra la consulta el año próximo.
Hoy jueves continuará las intervenciones
de todos los grupos de la oposición en este debate, para acabar el viernes por
la tarde con la votación de las propuestas de resolución.
Entiendo que cuando
Arthur Mas dice que habrá elecciones anticipadas, se está refiriendo a unas
elecciones plebiscitarias sobre las que ya amagó después de la Diada de 2012,
pero que al final no hizo. Disolvió el Parlamento, pero rehusó acudir con un
programa independentista y se las arregló para que sus propuestas sobre este
tema fueran de lo más confusas. Sin embargo, semanas después sus diputados
votaron a favor de una declaración secesionista.
Si se confirmara su
constitucionalidad, unas elecciones plebiscitarias tienen sus ventajas e inconvenientes,
aunque su principal ventaja es dejar la iniciativa a los propios defensores de
la independencia catalana, sin romper el orden constitucional español. Su
principal inconveniente es reducir las elecciones a un único punto del
programa, por lo que el Parlamento resultante no tendría prácticamente compromiso
sobre otros aspectos de la vida política o económica.
Unas elecciones
plebiscitarias también suponen un alto coste político, pero podrían estar
justificadas en estos momentos si, como se afirma, la cuestión de la
independencia y el derecho a decidir se han convertido en el principal problema
para la convivencia política en Cataluña y en sus relaciones con el resto de España,
sin mencionar, el orden y el respeto constitucional al que todos estamos
obligados.
Es seguro que unas
elecciones de este tipo plantearían muchos interrogantes, pero quizás no serían
tan insolubles como los del referéndum, recurso excepcional e imprevisible que
además como se plantea por los independentistas es imposible en el orden
constitucional español. Las elecciones plebiscitarias serían la alternativa más
adecuada por su legalidad, su carácter democrático y también su sencillez técnica.
Unas elecciones en las que todos los partidos declaren, clara e inequívocamente,
su posición sobre la independencia y los ciudadanos se expresen directamente
sobre ese proyecto político.
Se puede ser demócrata
y estar a favor de la independencia, pero no se puede ser demócrata y estar a
favor del derecho a decidir, pero a decidir ¿qué? Porque el derecho a decidir
no es más que una argucia, un argumento falso urdido y presentado con engaño y
mentira por una minoría para imponérselo contra su voluntad a la mayoría. Y a
esa manipulación no jugamos ni podemos jugar los demócratas españoles.
Ángel Luis Jiménez Rodríguez
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