Esta frase que aparece reiteradamente en las redes
sociales expresa un fuerte sentimiento de rechazo a esa herencia recibida que ya
debería haber desaparecido de nuestras vidas.
Muchas personas, que vivimos la Transición y
el cambio de un régimen dictatorial a un sistema democrático con partidos políticos,
pensábamos que hasta la derecha franquista podría articularse como un partido
conservador a la altura de esos tiempos de cambio. Pero entonces igual que
ahora, el Partido Popular corre el riesgo de perder la mejor oportunidad que ha
tenido la derecha española de articularse como un partido conservador y democrático
a nivel europeo.
Después del logro de convivencia que fue el
pacto constitucional y el periodo de la Transición, la Alianza Popular de Fraga
volvió a la intemperancia y al desdén e impidió la formación de un partido que
pudiera representar con toda dignidad y sin sectarismo a un importante segmento
del pensamiento conservador español contemporáneo. Posteriormente a Fraga y
Alianza Popular, otra oportunidad perdida fue la de José María Aznar, cuyo
retrato histórico -al contrario de lo que el mismo parece suponer- será previsiblemente
insignificante y negativo, pese a los muchos intentos que está haciendo con la
publicación de sus recuerdos o memorias.
En lugar de aprovechar su oportunidad José
María Aznar interfirió esa tarea incrustando en el Partido Popular la
intolerancia de grupos religiosos, sociales y políticos herederos del
franquismo y cercanos a su obtusa personalidad. También propició en el partido
sus actitudes intransigentes y sectarias. Ahora en la oportunidad que se le
presenta a Rajoy, el partido y él parecen haber aceptado esa parte de su legado
sin beneficio alguno de inventario. Porque esa fue su práctica política el
tiempo estuvo en la oposición.
Ahora en el Gobierno parece que Rajoy quiere
proseguir con aquel temple agresivo y excluyente de Aznar, con esa impronta
autoritaria que no duda en relegar a cualquiera en aras de los intereses del
partido. Ese autoritarismo anticuado que definió tantas veces a nuestra vieja derecha
y vuelve a estar de actualidad con esas leyes y reformas que nos están devolviendo
al pasado. Aquí y allá, sigue advirtiéndose en las filas del Partido Popular el
fanatismo que habita en determinados círculos intolerantes del franquismo y en
mentes políticas integristas. Cada día más estamos volviendo al pasado. Dios mío,
que largo se nos está haciendo el franquismo.
Ángel Luis Jiménez Rodríguez
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