miércoles, 29 de diciembre de 2010

Elogio de la bondad.

El doctor Marañón decía que el mundo iría mejor si prevaleciera la bondad sobre la inteligencia. Pienso, reflexionando sobre esta frase, que la bondad sólo se puede experimentar cuando encontramos en los demás lo que hemos descubierto en nosotros mismos y que el hombre cuando está sólo no es un hombre completo, por eso el individualismo nunca será humanismo. La cima de la relación del hombre con el prójimo es la bondad, gesto que hace ser feliz a otra persona. Pero hay que tener muy claro que la bondad no es lo mismo que las doctrinas del bien. Estas tienen en común un defecto: ponen en lo más alto de sus valores una abstracción: el bien, y no a los individuos. Al final, por hacer el bien causan el mal y, por el camino, hacen sufrir a los demás. Muchos sufrimientos causados a los hombres proceden más de la persecución del bien que del mal. Así que, es mejor renunciar a cualquier proyecto global -religioso o político- que pretenda erradicar el mal de la tierra para hacer que reine el bien en ella.
Que claro lo tenía Antón Chéjov cuando recordaba: “Hay que dejar de lado las grandes ideas y empezar desde abajo. Comencemos por el hombre, seamos buenos y atentos para con el hombre, sea éste lo que sea y proceda de donde proceda”. Este recordatorio del carácter irreductible del individuo permite evitar el desvío de la benevolencia hacia el bien. Porque la bondad que va de un hombre hacia su prójimo se pierde y se deforma en cuanto pretende ser doctrina, tratado de política y/o de teología. Los justos no aspiran al bien sino que practican la bondad. Pero la bondad no se adquiere de una vez y para siempre. Cada día, cada hora, año tras año, es necesario librar una lucha por conseguir el derecho a ser un hombre y, además, bueno. En esa lucha no debe haber lugar para el orgullo y la soberbia, sólo para la humildad. Y en esa lucha cotidiana por la bondad puede resultar de gran ayuda la presencia de un “testigo interior” o el recuerdo de un ser que encarne el amor.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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