miércoles, 11 de abril de 2012

La destrucción del Estado del bienestar.

Con los presupuestos aprobados por el Gobierno de Rajoy para el 2012, la destrucción del Estado de bienestar es un hecho. Son muchos los recortes, ajustes y reformas que ponen en peligro los servicios sociales básicos. Y por si faltaba la confirmación, el ministro de Economía, Luis de Guindos, este fin de semana en la prensa alemana - justificándose ante Berlín- y el lunes en la cadena SER, anunció reformas y recortes que afectarán al gasto en sanidad y  educación pública. Aunque pienso que estos “gastos” no son tales, sino inversión en su mayor parte. Ayer, en una nota de prensa de la Moncloa, el Gobierno para calmar a los mercados y ganar crédito en las instituciones europeas fijó el recorte en 10.000 millones de euros (7.000 en sanidad y 3.000 en educación). Hay que seguir cebando al Dios mercado que es insaciable. Todo esto se ha hace unilateralmente por el Gobierno, es decir, no cuenta con las comunidades autónomas que son las administraciones con las competencias sobre la gestión de estos servicios, pilares básicos del Estado del bienestar. Resulta paradójico que mientras el Gobierno y sus ministros hablan continuamente de recortes y ahorros, van a dotar con más de 50.000 millones al sector bancario para sanear sus activos inmobiliarios, nudo gordiano que atenaza a la economía española y que sigue sin desatarse. En el sistema financiero se agrupan los excesos del endeudamiento contraído por familias y empresas. Y sin una auténtica reforma del sistema financiero y sin el saneamiento de sus balances es improbable que los inversores recuperen la confianza en España por más medidas de austeridad que se fijen en los presupuestos o por más anuncios que hagan los ministros de ajustes del gasto público. A todo esto Rajoy sigue ausente, ni está ni se le espera. Otra paradoja es la amnistía fiscal, un recurso improvisado por el Gobierno para generar ingresos perdonando el fraude. Esta polémica medida es como lanzar una moneda al aire porque no se sabe qué resultados dará, aunque hayan previsto ingresar por este concepto 2.500 millones de euros. Sin embargo, la ciudadanía parece resignada a dejarse gobernar por el poder financiero y los mercados como si otra solución o alternativa no existiera. Y este es el verdadero origen de la situación. Debería estar claro para todos, Gobiernos y ciudadanía, que si no hay respuesta a las medidas que se están tomando -la bolsa sigue cayendo, la prima de riesgo subiendo, la recesión acentuándose y la tasa de paro aumentando-, es que estas son erróneas o no valen. No se puede seguir contra viento y marea con este macabro juego. La solución es bien simple, hay que poner la política al servicio de los ciudadanos y ciudadanas, con los pactos y acuerdos que sean necesarios, y no al servicio de la banca o los mercados. Así podremos salir del hoyo en el que estamos metidos. Y lo mejor para resurgir es no seguir ahondando en esta terapia tan obsoleta y peligrosa que trae consecuencias gravísimas para la población española y un riesgo grave para la continuidad de la unión monetaria.
María José y Ángel Luis Jiménez.

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