lunes, 9 de abril de 2012

Prejuicios y estupideces.

No me explico la obsesión del obispo de Alcalá por la homosexualidad. Ya en 2010 autorizó en la web de su diócesis la publicación de una guía para los gays que quisieran “un cambio”. Ahora, el viernes de Semana Santa, aprovechando su intervención en los oficios religiosos que emitía en directo La 2 de Televisión Española arremetió contra los homosexuales. En su homilía y abusando de la liberta de expresión, insultó al colectivo de gays asociando la homosexualidad a la prostitución y a determinadas ideologías que “corrompen a las personas”. Presentó a los homosexuales como depravados que corrompen al cuerpo social sano y lo inducen a pecar en prácticas perversas. Esta triste idea de la homosexualidad es la que predica periódicamente parte de la jerarquía católica española. Además, ayudados por sus dogmas y códigos morales predica una ortodoxia sexual de la que dicen solo se apartan los pervertidos y los enfermos. Mario Vargas Llosa decía hoy en El País que “tenemos miedo al sexo y nos cuesta aceptar que en ese incierto dominio hay opciones diversas y variantes que deben ser aceptadas como manifestaciones de la rica diversidad humana. Y que en este aspecto de la condición de hombres y mujeres también la libertad debe reinar, permitiendo que, en la vida sexual, cada cual elija su conducta y vocación sin otra limitación que el respeto y la aquiescencia del prójimo”. Se ha avanzado mucho en la lucha contra el racismo, la xenofobia y otras lacras sociales, pero no avanzamos cuando se trata de homofobia. A los gays y lesbianas se les desprecia e incluso maltrata cuando encontramos en los medios de comunicación declaraciones, homilías o intervenciones tan llenas de prejuicios y estupideces como las dichas el viernes por el obispo de Alcalá.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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