Transcurrido
dos meses desde la decisión de Hacienda de gravar las entradas de los
espectáculos culturales con el 21% de IVA, ya se están notando sus efectos. Hay
menos conciertos, menos películas, menos teatro, en una actividad cultural y
hasta industrial que, antes de la crisis, ocupaba a 600.000 persona y generaba
valor económico equivalente al 4% del PIB. Los creadores y gestores culturales
creen que el Gobierno de Rajoy está exigiendo más sacrificios y más recortes al
sector cultural que a cualquier otro. Estos recortes están contribuyendo a la
pérdida de liderazgo y prestigio de España -conocida en el mundo por su
cultura-, en un momento en el que la lengua española está que se sale. Y no
podemos olvidar la definición que de la cultura hace la Real Academia Española:
“El conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar un juicio crítico”.
Así que este Gobierno con sus impuestos está recortando una buena parte de las
manifestaciones culturales que permitían a la ciudadanía desarrollar un sentido crítico y pensar por sí
mismo. Si el Gobierno no rectifica, el escenario de futuro para la cultura es
escalofriante. Según las previsiones de la Unión de Asociaciones Empresariales
de la Industria Cultural Española, que aglutina a 4.000 empresarios, se
perderán 43 millones de espectadores, habrá una reducción de 530 millones de
ingresos en taquilla, se destruirán 4.500 empleos directos y se extinguiran una
de cada cinco empresas dedicadas a la música, el cine o el teatro. En estas
situaciones de crisis, ajustes y recortes, habría que recordarles a los
gobernantes españoles lo que hacía Pericles, el mayor defensor de la democracia
ateniense y del teatro griego, que además de promover la puesta en escena de
las grandes tragedias, constituyó un fondo público que se hacía cargo del pago
de las entradas de los ciudadanos que no podían costeárselas. El teatro, según
el dramaturgo Juan Mayorga, es el arte de la crítica y de la utopía. Por eso,
es natural que sea temido por los enemigos de la democracia. También dice que
ha de ser entretenido, aunque su misión última es examinar las posibilidades de
la vida humana, es decir, examinar esta vida e imaginar otras formas de vivir. Y
además, examinar el lenguaje que usamos e imaginar otros posibles, sobre todo
el lenguaje público, que se ha llenado de perversos eufemismos que afectan a la
calidad de nuestra democracia. Así que con la libertad y la democracia seriamente
amenazadas por un discurso, según el cual no se puede hacer otra cosa que
someter la vida a los mercados. Hay que
reclamar cada día más cultura y ejercerla para poder resistir y ayudar a otros
a resistir. No hay otra opción, si queremos ser ciudadanos críticos en esta
sociedad tan injusta que nos ha tocado vivir. Porque si es grave la subida del
IVA, más grave es todavía la negativa del Gobierno a responsabilizarse de la
pobreza, la ignorancia y la violencia que están generando sus equivocadas
medidas y decisiones.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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