No me explico ni
entiendo como todavía hay gente que niega el cambio climático. Pienso que lo
tienen que hacer por ignorancia o en defensa de determinados intereses económicos.
Esta reflexión a muchos
les parecerá algo pesimista pero la situación es la que es, según cuenta el
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, según sus
siglas en inglés) del programa para Medio Ambiente de las Naciones Unidas en un
informe de 31 de marzo de este año sobre los impactos del cambio global. Este
Grupo evalúa periódicamente la información científica, técnica y socioeconómica
más relevante para la comprensión del riesgo del cambio climático inducido por
el hombre.
En esta nueva
evaluación han participado media docena de investigadores españoles, destacando
el papel de Íñigo Losada de la Universidad de Cantabria, que lideraba el
capítulo sobre zonas costeras. El informe del IPCC, basado en la evaluación de las
evidencias recogidas en un volumen de literatura científica que duplicaba las
anteriores de 2007, concluye que el cambio climático está ocurriendo ya y que
tendrá efectos más devastadores de lo previsto en evaluaciones anteriores. Que
afectará sobre todos a los más pobres, generando conflictos importantes que darán
al traste con la perspectiva de reactivación de las economías regionales y
globales.
La capacidad de
predecir los futuros cambios derivados de las emisiones acumuladas de gases de
efecto invernadero no se debe a un don de los dioses, sino al trabajo de miles
de científicos durante décadas. La ciencia del cambio climático se ha
construido con teorías y fundamentos tan sólidos que son capaces de formular
predicciones fiables. Sin embargo, la sociedad no las cree y tampoco escucha
los pronósticos de los científicos, ni los informes del IPCC, máxime cuando el
futuro ya no solo es preocupante sino que, de no hacer nada, será catastrófico.
No puedo entender como el espacio dedicado en los medios de
comunicación a este informe ha sido mínimo en comparación al dedicado a la
infracción de tráfico de una política de segunda fila como Esperanza Aguirre. Cuando
el cambio climático nos vuelva a golpear, cuando las tormentas de nieve paralicen medio
mundo, cuando temporales extremos destruyan nuestras defensas costeras y cuando
huracanes intensos sieguen miles de vidas en Filipinas o Nueva York, una y otra
vez y cada vez con más furia, nos preguntaremos qué ha pasado. Quizás entonces
alguien recuerde que los científicos ya nos habían advertido, y es que tenemos
una memoria muy frágil todos, los medios y la sociedad.
La verdad científica
nos dice que cada vez nos queda menos tiempo para poder frenar los impactos, poder
controlarlos o asimilarlos y adaptarnos a ellos. Si las sociedades, la
globalizada y las nacionales, no toman medidas contundentes sin más dilación,
estaremos abocados a un futuro de catástrofes naturales, hambrunas, flujos
migratorios incontrolables y conflictos. África, el continente que más personas
añadirá a la población global -9.000 millones de habitantes en unos 35 años-,
es un continente aquejado ya por la hambruna, la pobreza y los conflictos. Si
ahora son centenares los que intentan saltar las vallas de Ceuta, ¿qué ocurrirá
cuando sean millones? ¿Qué pelotas de gomas o concertinas podrán detenerlos?
Para terminar
esta pesimista reflexión sobre el colapso que nos viene, unas palabras esperanzadoras, que el atípico Presidente de
Uruguay, José Mujica, dijo a Juan José Millás en una entrevista de finales de
marzo en El País, “hay países que han perdido un punto o dos del PIB por culpa
del cambio climático. Y hay problemas en el mundo que ningún país puede
resolver ya por sí mismo, hay que resolverlos a nivel global, pero lo que ocurre
es que el mundo de hoy se entretiene solo con lo urgente. Así que lo que ha
desatado el hombre debe arreglarlo el hombre, pero no pensando como país, sino
como especie”. Ojalá muchos Presidentes y Jefes de Estado fuesen tan cercanos
al pueblo y tan conscientes de este grave problema como Mujica, con su
maravillosa filosofía en defensa de la vida, porque de ser así esto funcionaría
de otra manera.
María José y Ángel Luis Jiménez
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