En su séptima edición del Festival Internacional de las
Letras de Bilbao se han abordado los relatos de frontera en sus conversaciones
literarias.
El concepto de frontera es muy concreto y a la vez muy
amplio. Si bien la fuerza de la globalización parece conducir a un mundo sin
fronteras, lo cierto es que las líneas divisorias aún permanecen y cada día se
acentúan más. Unas líneas que a veces se experimentan con angustia y violencia,
otras como una afirmación de la identidad que se cierra en sí misma o se abre
para aprender de lo que hay al otro lado, porque cada muro es una puerta.
El concepto de frontera tiene un evidente sentido físico y
humano, como ocurre en la raya o línea
que separa África de Europa, tan de actualidad en estos días con los asaltos a
las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. También adquiere un significado
social e individual, patente en las distinciones entre grupos y estamentos,
entre personas con distintas maneras de ver el mundo. La frontera también está
en el Arte desde casi sus orígenes, en la clasificación y distinción de las
disciplinas creativas y sus géneros. La tragedia no es la comedia, ni la música
la poesía, aunque la mezcla se produzca insistentemente.
Este festival literario y de fronteras ha sido inaugurado
por Herta Müller, escritora rumano-alemana, Premio Nobel de Literatura en 2009.
La frontera es un término que para Herta Müller tiene un significado muy profundo
y aterrador. Su madre fue deportada a Ucrania, donde pasó cinco años en un
campo de trabajo, y su padre fue obligado a servir en vallas y fronteras con la
SS alemana. “Europa Occidental sigue hablando de fronteras con gran admiración,
pero para mí una frontera es una franja de muerte, de persecución, donde te
mataban a tiros o eras despedazado por los perros”.
Ella asumió la pesada carga de elaborar en forma literaria
experiencias extremas fronterizas, propias y ajenas, muchas de su propia
familia: el hambre permanente en medio del trabajo forzado, el cautiverio por
pertenecer a una minoría étnica, la persecución por ser extranjera en su
tierra... Müller se sirvió de la literatura para levantarse y superar tanto
horror, aunque confiesa que “hubiese preferido no haber vivido esa vida, y ni
un solo día bajo esas dictaduras”. Se destruyen tantas vidas en esas
dictaduras, cuando lo más importante es el ser humano y la vida...
Tengo muy claro que lo importante es el ser humano, la vida
y la esperanza en un futuro mejor y sin fronteras. Hasta el Papa Francisco en
su visita al Centro Astalli de Roma para la asistencia a los refugiados, habló
de esperanza, de futuro y de puertas abiertas. “Tened siempre viva la
esperanza. Ayudad a recuperar la confianza. Mostrad que con la acogida y la
fraternidad se puede abrir una ventana al futuro, más que una ventana, una
puerta, y aún más, todavía se puede tener un futuro”. Pero hay tanta hipocresía
con la emigración en el llamado mundo desarrollado, que tengo dudas sobre su
futuro. Lo decía con mucha ironía el dramaturgo suizo Max Frisch cuando la
emigración era más fuerte: “Nosotros pedimos mano de obra barata y lo que
recibimos son seres humanos”. Y todavía
no lo hemos entendido.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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