Por fin el presidente Rajoy piensa dar su
versión sobre el caso Bárcenas, y también sobre la situación económica y
política del país, pues así ha planteado su comparecencia ante el pleno del
Congreso la próxima semana. Todo esto a petición propia y no por la amenaza de
moción de censura, ni por la imagen de inestabilidad que transmite su Gobierno
todos los días tanto a nivel nacional como internacional.
En su estilo habitual, Rajoy ha tratado de
quitar relevancia a la cita Parlamentaria. Insiste en que la iniciativa de la
oposición “no ha influido en absoluto para la comparecencia”, y que quiere
aclarar “las dudas que legítimamente tiene mucha gente”, porque “creo que tengo
que explicar lo que ha ocurrido y cuál es mi versión, que también es
importante”.
Pero lo que esperan los ciudadanos es una
respuesta para esta pregunta: ¿Por qué mantuvo el contacto con Luis Bárcenas,
incluso dándole ánimos por SMS, después de saber que tenía 16 millones de euros
en Suiza? De hecho, la pregunta fue pactada por la prensa para el pasado lunes,
pero el presidente no quiso contestarla utilizando una impresentable maniobra
con la ayuda del diario ABC.
Aunque existe un peligro en el debate
anunciado sobre Bárcenas, la corrupción del PP y los sobres con dinero negro,
que están enfangando la autoridad de Rajoy. Y es que nos quedemos en el “y tú
más”. Ese “y tú más” que tiene tan cansado a los ciudadanos, que quieren
partidos más cercanos, abiertos y transparentes que resuelvan los problemas de
cada día, y una democracia basada en la verdad y no en la mentira.
Porque una democracia no se puede mantener
sobre tanta mentira y falta de transparencia.
Ni se puede decir “aquí no ha pasado nada”, ante la alarma social
existente, y volver la página. Las explicaciones deben ser amplias y las
responsabilidades muchas para todos los que hayan delinquido. Para lo cual
sería imprescindible ya la Ley de Transparencia, que debería ser desbloqueada
el próximo miércoles en la Diputación Permanente del Congreso.
Espero que, en ese pleno extraordinario del Congreso, haya
tiempo para que el Gobierno haga un balance político y económico de la primera
parte del año, antes de las vacaciones parlamentarias. Sobre todo de la agenda
reformista, que continúa aplicando sin desmayo el presidente Rajoy, y de las
heroicidades conseguidas como que las rentas empresariales hayan superado, por
primera vez en la historia de este país, a las del trabajo.
Lo que queda claro de todo este jaleo es
que el presidente ha cedido a la presión como esos niños pequeños que nunca
saben perder. Porque irá al Parlamento para evitar el oprobio de llegar
arrastrado por una moción de censura pese a su mayoría absoluta, aunque diga
que lo ha hecho por nuestro bien, no nos vaya a dar una sobredosis de
democracia y nos siente mal. Así que a callarse niños que por fin va a hablar
el Presidente.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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