miércoles, 19 de marzo de 2014

Las elecciones europeas de Mayo.

Quedan dos meses para las elecciones europeas de Mayo, donde nos jugamos mucho, porque será como una especie de plebiscito para la política de austeridad del Gobierno  y de Europa.

Las elecciones europeas del 25 de mayo tienen más trascendencia que otras celebradas anteriormente, porque por primera vez el resultado influye en el nombramiento del presidente de la Comisión y porque serán como una especie de plebiscito para la política de austeridad  de España y Europa. Es más, Elena Valenciano, la candidata socialista, se atreve a decir que si ganan las europeas estarán empezando a ganar las generales del 2015. Aunque en estos momentos es imprescindible tener en cuenta el estado de ánimo de los votantes por la falta de credibilidad de las instituciones españolas y europeas.

Ha llegado la hora de la campaña y de las ideas. Estos comicios tradicionalmente sin interés para los electores, ganan importancia ante la tendencia imparable a la europeización de la política. Un total de 28 países elegirán en cuatro días de votación a 751 eurodiputados. La primera lectura será nacional, pero estas elecciones van más allá, porque la política europea es la política interna en cada uno de los países de la Unión. Los sondeos pronostican un empate entre populares y socialdemócratas, una fuerte subida de la izquierda unitaria y un descenso de liberales y verdes. Y aunque es triste reconocerlo, hay que tener mucha precaución por la pujanza de un crisol de fuerzas políticas euroescépticas, populistas e incluso eurofobas, cuyo “asalto” a las instituciones europeas tiene como único objetivo destruir sus valores, aunque estos valores estén ahora en crisis.

El domingo el PP dio el pistoletazo de salida a la precampaña sin un candidato, lo cual parece un despropósito por lo anormal e increíble. Menos mal que tienen uno en Europa, Jean-Claude Juncker, ex primer ministro luxemburgués. Este social-cristiano debe proteger el relato de la exitosa salida del túnel que publicita el actual mandarinato del euro, ya que fue responsable de su gestión en el Eurogrupo anteriormente. Esa indudable experiencia es también su gran punto débil, teniendo en cuenta que la crisis y sus consecuencias zumbaran en los oídos de millones de españoles y europeos a la hora de votar.
 
En su comité federal del fin de semana el PSOE aprobó con el 96,7% de los votos la lista para las elecciones europeas. El espíritu con el que los socialistas enfocan esta campaña está basado en tres propuestas fundamentales de los socialdemócratas europeos. La primera, una directiva para combatir las brechas salariales entre hombres y mujeres. La segunda, fijar un salario mínimo en todos los países de la UE y, la tercera, actuar contra el fraude y “erradicar los paraísos fiscales”. Además cuentan con un buen candidato para presidir la Comisión, el líder socialdemócrata Martin Schultz, que no ha dudado en criticar la “miopía alemana” en la gestión de la gran recesión, porque la austeridad solo “ha retardado y encarecido la salida de la crisis”. Partidario de dar un golpe de timón, dice que “donde la canciller Merkel habla que necesitamos una democracia acorde con el mercado, yo digo que necesitamos un mercado acorde con la democracia”.

Izquierda Unida dice que hay que estar en contra de la deriva que ha tomado Europa, pero no de lo que significa Europa. Su jovencísimo candidato Alexis Tsipras (Atenas 1974) de la Izquierda unitaria, maneja un mensaje seductoramente simple: las medidas de austeridad son “una barbaridad” y “los países periféricos o del sur no pueden seguir de rodillas”. Es odiado por los tecnócratas de Bruselas por frases como esta: “Pronto nos dirán que prescindamos de la democracia a cambio de préstamos”. No tiene vínculos con los partidos mayoritarios ni de Grecia, ni de Europa, por lo que tiene pocas posibilidades de presidir la Comisión.

Después de este pequeño repaso sobre las diferentes opciones políticas para las elecciones europeas, solo nos queda ir a votar para hacer posible una Europa más responsable y más participativa. Hace falta una Europa más democrática, más igualitaria y más justa, que tome decisiones importantes, pero no impopulares. Porque el problema no es como se dice de las instituciones, sino de las políticas. Y si todavía dudamos sobre a quién votar, ahí están las coaliciones o agrupaciones de electores como Podemos, que tienen su origen en los movimientos ciudadanos como el 15-M y que reflejan un conjunto de propuestas de reformas  coincidentes con lo que debe ser una alternativa de izquierdas. Además, tienen la ventaja de ser la expresión de una democracia participativa directa que complementa a la democracia representativa de los grandes partidos. Así que, como decía un europeísta convencido como Jorge Semprún, ha llegado la hora de practicar Europa.

Ángel Luis Jiménez Rodríguez

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