Este semana se reunieron en Roma
los líderes socialdemócratas europeos para abordar las causas del empleo juvenil como la
madre de todas las causas, porque Europa no aguantará si los jóvenes europeos
siguen lejos del proyecto de la Unión.
Una nueva generación está creciendo en la Unión Europea con un nivel de
vida más bajo que el de sus padres. La juventud europea se enfrenta a una
elección, o se integra aceleradamente o va a la deriva prolongada hacia la
insignificancia y el paro. Las elecciones europeas de
Mayo no van a cambiar Europa. Europa únicamente cambiará cuando los candidatos
políticos para los Gobiernos de sus países tengan una mentalidad europea y
estén de acuerdo en delegar el poder a unas instituciones verdaderamente
europeas, justas y solidarias.
En democracia la política ha consistido siempre en un equilibrio entre lo
que el pueblo espera y lo que realmente funciona. Sin embargo, en Europa se ha
tratado demasiado sobre lo que le gustaría a cada nación que fuera el mundo y
demasiado poco sobre aquello que produce resultados tangibles para la gente. En
lugar de litigar sobre cuáles son las políticas preferibles, necesitamos un
esfuerzo paneuropeo para determinar las mejores prácticas europeas en cada
sector y adoptarlas en todo el continente. Porque las soluciones para nuestros
problemas actuales tiene que ser transnacional, o no será.
Un viejo proverbio judío dice que “cuando te enfrentes a dos alternativas
elige la tercera”. No se trata de sustituir la gerontocracia de Europa por una
dictadura de los jóvenes. Si no de un movimiento de todos aquellos que, independientemente
de su edad, están de acuerdo en producir un importante desplazamiento
intergeneracional del poder. Necesitamos que los jóvenes y los menos jóvenes
trabajen juntos de una manera nueva y con un sentido de la libertad y de
civilización distinto.
No hay un solo cambio social importante hecho
sin el protagonismo de los jóvenes. La democracia en nuestro país no la
trajeron un rey condescendiente y unos señores encorbatados, sino miles de
jóvenes que hicieron de la libertad su bandera y su forma de vida. Un sueño que la derecha más conservadora no puede
arrebatarnos ahora proclamando el fin de los derechos sociales y del estado de
bienestar, y convirtiendo la mayoría de los servicios públicos en negocios
privados.
Tanto Europa como este
país son de los jóvenes, porque ellos son el futuro. Es necesario decirlo,
gritarlo e imprimirlo. No podemos aceptar con naturalidad la salida de los
jóvenes de nuestro país y su no participación en el diseño de nuestro futuro.
Nuestra historia individual es colectiva, de todos, jóvenes y menos jóvenes.
Así que los jóvenes tienen que unirse en toda Europa para echar de nuestras
vidas las viejas políticas, esas políticas obsoletas que tanto daño nos han
hecho. Se necesitan métodos y políticas nuevas e innovadores para dejar atrás las
crisis y tantos errores del pasado. Los jóvenes tienen hoy un reto que es recuperar la fe en su capacidad para
modificar la realidad. Así que, sin ninguna duda, ha llegado la hora de los
jóvenes.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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