jueves, 18 de octubre de 2012

El paro en la Eurozona y en España.

Un estudio del Banco Central Europeo sobre el paro en la Eurozona, publicado en su boletín de octubre, asesta un golpe demoledor a la forma en que se está interpretando el problema del paro, y por tanto, al fundamento de las llamadas reformas del mercado del trabajo que se han hecho en España y otros países europeos. Dice que es muy llamativa y curiosa la dispersión con que se crea empleo dentro de un área con una moneda única como la Eurozona. La caída del producto en países como Alemania o Bélgica no se traduce en pérdidas de empleo y, sin embargo, caídas similares o menores en Irlanda, pero sobre todo en España, llevan a la tremenda destrucción de empleo que conocemos. La primera conclusión es que la crisis no explica porque en España una cuarta parte de la población activa está en paro. Y esto sólo lo puede justificar, según el estudio por la dependencia de España del sector inmobiliario, el  estallido de la burbuja inmobiliaria que supone “una reestructuración permanente” del empleo. Así  pues, se deduce que la temporalidad en el empleo, la dificultad de acceso de los jóvenes al trabajo, los desajustes en formación y la falta de protección en los empleos fijos, son las consecuencias en nuestro mercado de trabajo de una forma de producción sesgada a determinados servicios y a la construcción, y también al sector manufacturero relacionado con este sector. En cuanto a los salarios, la bajada real -según este estudio- se oculta dentro de la media donde han caído los trabajos de menor remuneración y se han mantenido los relativamente altos. Los datos que van apareciendo, muestran que “el aumento del desempleo en la Eurozona oculta grandes diferencias entre países y entre sectores”, y que por tanto esto no se soluciona reformando sólo el mercado de trabajo.  Por tanto, lo que procede es una contrarreforma porque el camino que ha seguido el Gobierno de Rajoy no lleva a ninguna parte. Si queremos mejorar el empleo, debemos hacer entre todos (trabajadores, empresarios y Gobierno) un gran “plan de futuro” con unos objetivos que inspiren confianza y por los que valga la pena esforzarse, y así, conseguir para todos trabajos dignos y consecuentemente una vida digna. No hay alternativa o solución a nuestros problemas sin diálogo ni consenso.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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