sábado, 27 de octubre de 2012

¡Lo que hay que Wert!

En los presupuestos para el 2013, que se han debatido esta semana en el Congreso de los Diputados, las tijeras en vez de recortar gastos superfluos -todavía los hay en estos austeros presupuestos- se han escapado hacia la educación. Un recorte de 3.000 millones en dos años que se suman a los 3.243 anteriores. España ya es el tercer país de la Unión Europea en abandono escolar, un 30%. Este Gobierno no entiende que la Educación es una inversión a largo plazo y que sus virtudes y defectos son también de efectos retardados. Muchas de las deficiencias de nuestro sistema educativo vienen de lejos. Mientras en el siglo pasado otros países europeos invertían de forma sostenida en educación, aquí la pobreza, la incultura generalizada y el gran bache de la Guerra Civil con la depuración de miles de maestros, lastraron la formación de la población, lo que frenó la competitividad y el crecimiento económico del país. La mejora educativa llegó a España con la democracia y se debió, en gran parte, al empeño de dar estudios a sus hijos de los que sufrieron las penurias de aquella época. Los resultados de esa nueva sensibilidad y los esfuerzos de sucesivos gobiernos son evidentes desde los pactos de la Moncloa. Pero, aún seguimos por detrás de la mayoría de los países europeos, por lo que el esfuerzo debería ser mayor para no perder el terreno ganado. En los presupuestos aprobados, un 14,4% menos en Educación ha acabado de indignar a los docentes, padres y alumnos, que se han lanzado a la calle a protestar ante tantos recortes. En este contexto, la responsabilidad del ministro Wert es doble. Acomete estos tijeretazos y actúa al mismo tiempo de agitador, lo que es innecesario y además provocador, salvo que el verdugo Wert busque notoriedad a base de acrecentar la irritación de las víctimas. Ha modificado la asignatura de Educación para la Ciudadanía, llama reforma a los recortes, flexibilidad al aumento de alumnos por clase, mejora de la calidad educativa a la reducción de profesores o recentralización de temarios y así sucesivamente. Y frente a las protestas, asegura que hay margen para más recortes y tilda de “políticas” las movilizaciones. Al ministro Wert no le gusta dialogar y entiende la política como un duelo permanente. Los padres de alumnos no dejan de pedir la dimisión del ministro, creyendo que su vicio por la polémica, la torpeza de su verbo y su arrogancia es algo personal, pero su política, que en el fondo es lo importante, está sólidamente entroncada con la del Gobierno al que sirve. Y nos estamos jugando que la educación quede aún más rezagada de lo que está, lo que hipotecará el futuro social y económico del país. Y si no lo impedimos, ocurrirá.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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