miércoles, 3 de octubre de 2012

Un presupuesto mentiroso.

El presupuesto español para el 2013 es un presupuesto mentiroso en su totalidad y si analizamos sus diferentes partidas, engañoso en lo particular. Además, no tiene ninguna credibilidad en el exterior. La primera mentira la dijo en su presentación el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro: “Este presupuesto será el del último año de la recesión”. Si fuera verdad, que no lo es, y se produjera la recuperación, no sería gracias a los presupuestos presentados la semana pasada en el Congreso. Pero nada de esto importa, y el ministro una vez cogió confianza continuó con las mentiras: “Este es un presupuesto marcadamente social”, cuando hay recortes en sanidad del 28%, en servicios sociales de los ayuntamientos del 40% y en desempleo del 6,3% en un marco coyuntural recesivo que llevará la tasa de desempleo muy por encima del 25%. El gasto educativo se ha visto reducido casi en un tercio (31%) en los presupuestos de este año y en los previstos para el año próximo, pasando de un año a otro de 2.843 millones a 1.944 millones de euros. En cuanto a las previsiones de ingresos, más mentiras, dice el ministro que aumentaran en más de 13.000 millones y los ingresos totales alcanzarán los 124.000 millones de euros, cuando todos sabemos que se han sobreestimado todos ellos para cuadrar el déficit. Los ingresos dependen en gran medida de la fortaleza de la actividad económica y de la variedad en las bases sobre las que giran los impuestos: la generación de rentas y la demanda de las empresas y las familias. Y estas ya sabemos que serán menos favorable de lo que reflejan las hipótesis del Gobierno con un crecimiento mucho más bajo que ese 0,5% en el que se basan los presupuestos del 2013. Porque la consolidación fiscal no será posible si no va acompañada de medidas que respalden el crecimiento económico, y esas medidas no aparecen en este presupuesto. He dejado para el final la principal partida de gastos, los intereses de la deuda, que ya superan los 38.600 millones de euros y que pueden crecer más tras el conocimiento de los mercados de estos engañosos presupuestos y de las desviaciones no previstas en el déficit público de ejercicios de años anteriores. Así como las derivadas que puedan producirse de la recapitalización que precisen  finalmente los bancos españoles.  Este presupuesto tiene escaso valor de cara al exterior, con unas partidas bien definidas (intereses de la deuda, pensiones…) y otras, casi todas, estimadas discrecionalmente para que cuadren las cuentas. Por eso, el ciudadano no se conforma y quiere saber de verdad cómo se gasta su dinero y se administran las cuentas de todos, y no quiere que lo engañen, ni le recorten en sanidad, educación y prestaciones públicas, mientras socorren con su dinero a los bancos. Y todavía le indigna más que le mientan diciéndole que esos préstamos bancarios se van a devolver, cuando se sabe que ya suman 21.000 millones de euros los dineros prestados a la banca de imposible recuperación por el Estado (los ciudadanos) para evitar la quiebra bancaria. Qué partida de granujas y mentirosos. Me pregunto, ¿cómo hemos elegido a los peores y más mentirosos para tomar las decisiones fundamentales en este periodo de crisis? Necesito una respuesta ya, porque si no también me voy a indignar y a cabrear.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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