sábado, 6 de octubre de 2012

La risa

Esta reflexión sirve para cualquier día que uno se sienta mal. No corren buenos tiempos y afrontarlos sin tensión y con sentido del humor se ha convertido en una necesidad. Robert Musil, el escritor austriaco autor de “El hombre sin atributos”, analizó con mucha ironía y sentido del humor la gran crisis espiritual de la depresión de los años treinta. Decía que la risa cura, y que era la obra social más barata y efectiva del mundo. Por eso hay que aprender a reír. La risa, y está demostrado, es un reductor del sistema nervioso simpático, lo relaja. Esta virtud la convierte en una respuesta antagónica a la ansiedad. La risa además relaja los músculos, que son los que rápidamente se activan cuando nuestro cerebro da la señal de alarma. La risa es una experiencia orgánica total en la que participan los principales sistemas del cuerpo humano, el muscular, el nervioso, el cardiaco, el cerebral y el digestivo. La risa, además de relajar muscularmente, permite respirar de una forma limpia y llena. Investigadores de la salud también relacionan la risa con soportar mejor el dolor, mejorar las relaciones personales, hacer la comunicación más fluida, percibir de forma más realista los problemas, y una mayor tolerancia a la frustración. Las personas que ríen más, manejan mejor las tensiones negativas y perciben los conflictos y “las malas rachas” como algo pasajero en lugar de cómo hechos amenazantes y permanentes. La risa la podemos trabajar recreando recuerdos positivos y recordando momentos felices. Momentos de risas o carcajadas que nos hicieron sentir bien. O rodeándonos de gente divertida que contagien optimismo y ganas de vivir. También, contemplando los problemas con optimismo y enfocándolos con mucho sentido del humor. Y siempre, siempre, dejarse llevar, sin miedo ni vergüenza, por las carcajadas cuando sea necesario.
María José y Ángel Luis Jíménez

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