Convencer o hacer proselitismo ha sido un distintivo
de todas las religiones. Pero, ahora a las Iglesias ya no les preocupa convencer
ni hacer prosélitos, sino imponer. Y los obispos españoles han conseguido
imponer la asignatura de religión en el proyecto de ley de enseñanza que ha
presentado esta semana el Gobierno. Porque los alumnos que elijan no cursar la
asignatura de Religión tendrán que estudiar una materia alternativa más fuerte.
Esta era una de sus reivindicaciones históricas -endurecer la alternativa a la
clase de Religión para evitar un efecto disuasorio-, que provocó litigios en los
noventa y una retahíla de comunicados de la Conferencia Episcopal.
Además, en la nueva ley también se va a cumplir otro de sus
deseos, la supresión total de la asignatura Educación para la Ciudadanía, que
fue puesta en marcha por el anterior Gobierno socialista y respaldada por el
Tribunal Supremo tras años de polémica y mucho ruido de la Iglesia. Así que
ahora los periódicos del régimen proclaman “La enseñanza es religiosa otra
vez”. No podemos olvidar que los obispos ganaron durante la Transición la
batalla de las clases de Religión en todas las aulas, tanto en centros
concertados católicos como en los públicos. Pero eso sí, la asignatura dejó de
ser obligatoria. Ahora se plantean que lo sea de nuevo. Así que nos podemos
encontrar una vez aprobada la reforma educativa del ministro Wert, que lo que
antes era una asignatura voluntaria termine siendo una asignatura obligatoria,
algo que siempre ha querido la Iglesia. No sé si con estas victorias de los
obispos españoles, a continuación se atreverán a exigir que se modifique la
Constitución para convertirnos en un Estado confesional, porque lo de
aconfesional… tampoco les gusta.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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