Dice el Diccionario de
uso de María Moliner que corromper es "quebrantar la moral de la
administración pública o de los funcionarios. En especial, hacer con dádivas
que un juez o un empleado obren en cierto sentido que no es el debido". O
sea, comprar decisiones injustas para beneficio de quien paga. Y el Diccionario
de la Real Academia Española de la Lengua dice que corrupto es el “que se deja
o ha dejado sobornar, pervertir o viciar”. Una palabra que últimamente ha
alcanzado una lamentable consideración por describir uno de los problemas que
más preocupa a los españoles junto con el paro.
Este país, que se desangra con
más de seis millones de parados, se indigna cada día más por los continuos
casos de corrupción. El paro y la corrupción se han convertido en los
principales problemas de los españoles según la última encuesta realizada en el
mes de abril por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El tercer
lugar lo ocupan las dificultades económicas y el cuarto, la preocupación que
existe por las actuaciones de corrupción, impunidad y cinismo de la clase política
que minan toda su credibilidad, sobre todo cuando el Gobierno de Rajoy está
realizando recortes tan abruptos y salvajes.
La opinión pública exige como
solución a tanta corrupción una ley de transparencia que sirva realmente para
controlar al poder y un funcionamiento de la justicia que no deje impune los
casos de corrupción política. En ese marco ha llegado la iniciativa del
Gobierno de desarrollar una ley de transparencia, acceso a la información
pública y buen gobierno. En un principio la medida fue presentada como
un ejemplo reformista e incluso regeneracionista y una respuesta anticipada a
la demanda ciudadana de transparencia en los asuntos públicos y en concreto en
el funcionamiento de las Administraciones Públicas. Seguía la estela de iniciativas
pioneras en el mismo sentido como la del gobierno de la Comunidad Navarra y de
algunas directivas europeas.
Pero esta ley tantas veces
nombrada por el Gobierno del PP como talismán contra todo tipo de males que
afectan a nuestra democracia y al propio Gobierno, ya sea por la desafección o
la corrupción e incluso últimamente contra el desapego a la propia Monarquía,
se está demorando demasiado, porque el PP teme que se les vaya de las manos. Y
sin embargo tenemos un montón de leyes diversas que persiguen la intriga y el
pasteleo de los corruptos, pero no las ponemos en práctica. ¿Por qué? Dicen que
una ley de transparencia es necesaria para que se cumplan las leyes que hay.
Esto me hace pensar que o vivimos en un mundo de locos o nos estamos volviendo todos
locos.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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