viernes, 2 de agosto de 2013

No era su día.

Quizás el PP pensó equivocadamente que programar la intervención de Rajoy  un primero de Agosto, día de la operación salida, le libraría del escrutinio de millones de españoles que estarían viajando o de vacaciones. Por supuesto, se olvidaron de las redes sociales, que hoy están al rojo vivo para recordarles a Rajoy y al resto de nuestros representantes políticos que los ciudadanos de este país no estamos dispuestos a tolerar nuevas excusas y silencios frente a la plaga de corrupción que nos asola. Y mucho menos a reducir su papel en el caso Bárcenas a un problema de ingenuidad y de buena fe.
Al final esta operación de enmascaramiento puesta en marcha por el PP puede resultar la operación salida del propio Rajoy. El presidente del Gobierno ya está marcado, pillado y tocado. Y ni la intervención de hoy, hecha para tranquilizar a su gente, le salvará porque según las encuestas solo un 14% de los españoles creen en su inocencia. Ya solo le queda dimitir
El PP necesita un chivo expiatorio para salvar la situación, ya que están en juego los dineros de la trama Bárcenas y el futuro del partido. Y se mire por donde se mire, y para su desgracia, Rajoy siempre está en medio. Y al PP y sus dirigentes les importa más su futuro que la realidad española, su imagen exterior o la marca España, aunque caiga Rajoy.
Que no se diga más que la oposición es la responsable de la mala imagen de la marca España, porque la responsabilidad no es de quién denuncia una estafa sino de quien la comete. Somos por culpa del PP una vergüenza internacional. Y las medidas de regeneración y transparencia prometidas son nuevas mentiras y engaños para confundir al personal.
Así que no basta con decir “me equivoqué” y después no asumir responsabilidades ni dimitir. No basta con decir “ahora sé que Bárcenas no merecía mi confianza”, después de años de trabajo conjunto, decisiones inevitablemente compartidas e intentos de enmascaramiento.
Y si estorba a los que mueven los hilos, los aplausos fervorosos y constantes de los diputados del PP no salvaran a Rajoy. Sobre todo porque ese entusiasmo parlamentario solo encubre un patetismo insoportable al sugerirle a Rubalcaba la idea de que los dos partidos PP y PSOE deben salvarse juntos, cuando nunca el bipartidismo ha estado más roto que en esta legislatura. Otro golpe de efecto previsible e inútil de Rajoy, una versión camuflada del tú más que yo y vamos a salvarnos juntos. Aunque también le salió mal. No era su día.

Ángel Luis Jiménez Rodriguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario