Quizás el PP pensó equivocadamente que programar la intervención de
Rajoy un primero de Agosto, día de la
operación salida, le libraría del escrutinio de millones de españoles que
estarían viajando o de vacaciones. Por supuesto, se olvidaron de las redes
sociales, que hoy están al rojo vivo para recordarles a Rajoy y al resto de
nuestros representantes políticos que los ciudadanos de este país no estamos
dispuestos a tolerar nuevas excusas y silencios frente a la plaga de corrupción
que nos asola. Y mucho menos a reducir su papel en el caso Bárcenas a un
problema de ingenuidad y de buena fe.
Al final esta operación de enmascaramiento puesta en marcha por el PP
puede resultar la operación salida del propio Rajoy. El presidente del Gobierno
ya está marcado, pillado y tocado. Y ni la intervención de hoy, hecha para
tranquilizar a su gente, le salvará porque según las encuestas solo un 14% de los
españoles creen en su inocencia. Ya solo le queda dimitir
El PP necesita un chivo expiatorio para salvar la situación, ya que están
en juego los dineros de la trama Bárcenas y el futuro del partido. Y se mire por
donde se mire, y para su desgracia, Rajoy siempre está en medio. Y al PP y sus
dirigentes les importa más su futuro que la realidad española, su imagen
exterior o la marca España, aunque caiga Rajoy.
Que no se diga más que la oposición es la
responsable de la mala imagen de la marca España, porque la responsabilidad no
es de quién denuncia una estafa sino de quien la comete. Somos por culpa del PP
una vergüenza internacional. Y las medidas de regeneración y transparencia prometidas
son nuevas mentiras y engaños para confundir al personal.
Así que no basta con decir “me equivoqué” y después no asumir responsabilidades ni dimitir.
No basta con decir “ahora sé que
Bárcenas no merecía mi confianza”, después de años de trabajo conjunto,
decisiones inevitablemente compartidas e intentos de enmascaramiento.
Y si estorba a los que mueven los hilos, los
aplausos fervorosos y constantes de los diputados del PP no salvaran a Rajoy. Sobre
todo porque ese entusiasmo parlamentario solo encubre un patetismo insoportable
al sugerirle a Rubalcaba la idea de que los dos partidos PP y PSOE deben salvarse
juntos, cuando nunca el bipartidismo ha estado más roto que en esta legislatura.
Otro golpe de efecto previsible e inútil de Rajoy, una versión camuflada del tú
más que yo y vamos a salvarnos juntos. Aunque también le salió mal. No era su
día.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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