domingo, 18 de agosto de 2013

Un discurso político, el informe Lugano.

En un Máster en Derecho de la Universidad de Valencia en el que participó Susan George, estadounidense de nacionalidad francesa, activista, pensadora y presidenta de honor de la Asociación por una Tasa sobre las transacciones especulativas de ayuda a la ciudadanía (Attac), denunciaba el “austericidio” al que se está sometiendo a España y a otros países del sur de Europa.
Susan George no es sólo una activista y pensadora, ya que eso sería empequeñecer la figura de esta combativa estadounidense de 78 años afincada en París y también empequeñecer su ensayo “El Informe Lugano”. Esta obra constituye una biblia para los movimientos sociales, y en ella imagina un terrorífico escenario ecológico, económico, laboral y social hacia el que se dirige el capitalismo del siglo XXI. La activista advierte de que “la democracia está en peligro ante el ataque de la clase de Davos: una clase transnacional desvinculada de la suerte del resto de la sociedad y compuesta por las altas finanzas, las empresas transnacionales y algunos gobiernos que consideran que la democracia es demasiado lenta para sus intereses”.
Susan denuncia que la actual política de austeridad es inaceptable, en particular en Grecia y España. Y que también resulta inaceptable el desempleo de la mitad de jóvenes españoles. Por eso se pregunta “¿Para quién se gobierna?”, porque esa es la gran cuestión en democracia. Las constituciones de Estados Unidos, Francia -y se imagina que también la de España- subrayan que el pueblo es soberano, sin embargo con ese principio de austeridad aprobado por Europa, ¿se gobierna para la gente o para los mercados financieros? Sin duda, para los mercados financieros, porque el pueblo español está deviniendo cada vez en menos soberano.
También dice que con el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la UE se está robando no solo el poder a los ciudadanos, sino también a los representantes de los ciudadanos. Por tanto, ni tenemos ya una auténtica democracia directa, ni una democracia representativa en España, y frente a eso tenemos que reaccionar. Reaccionar sin miedo, aun comprendiendo el miedo de los trabajadores a perder el empleo. Porque el miedo es la disciplina de una sociedad capitalista, usado de forma individual para disciplinar y calmar a la población con el objetivo de que acepte lo que le digan. De hecho, cree que los griegos y los españoles están siendo observados como en un laboratorio para ver qué nivel de castigo y sufrimiento están dispuestos a aceptar sin rebelarse.
Susan no entiende por qué con la crisis la población española ha redoblado sus críticas contra los sueldos y privilegios de los políticos, si a quién deberíamos criticar es a los banqueros. La actual crisis es continuación de lo que ocurrió en 2007 y 2008 por culpa de los banqueros y, en España, por la burbuja inmobiliaria, que al final también era culpa de los bancos por alimentarla con préstamos imprudentes. Sin embargo, cuando estalló la burbuja, el Estado  asumió la deuda privada. La deuda pública de España era muy moderada, pero el Estado cargó con la deuda de los bancos y ha gastado muchísimo dinero en capitalizar y salvar a los mismos bancos que habían causado el problema. Por eso la deuda pública aumentó rápidamente. El coche oficial de los políticos no es lo importante, sino que el Estado gobierna para los mercados financieros y no para el pueblo. Se ha castigado a los inocentes y los culpables han sido recompensados.
Ante esta situación lo único que pueden hacer los ciudadanos españoles es unirse. Ese es el gran poder del pueblo. Tienen que unirse los estudiantes, los parados, los jubilados, los trabajadores, los sindicalistas, los agricultores… Todo el mundo ha de unirse contra esta realidad. Porque la clase de Davos, que es la que gobierna, está muy unida. De eso trata su otro libro recién publicado por Deusto, “El Informe Lugano 2. Cómo ganar la guerra de clases”. El subtítulo procede de una frase de Warren Buffet, la tercera fortuna del mundo, que escribió  “Hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando”. Y además es cierto. Por eso, Susan George finaliza su discurso diciendo  “Hay que unirse y no dejarse perder. Porque está en juego la democracia y todo lo que hemos hecho desde el siglo XVIII. Todo aquello que los europeos hemos hecho desde el fin de la II Guerra Mundial. Todo lo que los españoles han hecho desde el final del franquismo”.
Ángel Luis Jiménez Rodríguez

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