miércoles, 26 de octubre de 2011

El final de Eta y el principio de la convivencia.

Manuel Vicent decía el domingo en El País que “si el terror de ETA ha cesado definitivamente, en adelante el problema van a ser las palabras, que a veces son mucho más mortíferas que las pistolas”. Las cuestiones que se plantean ahora son múltiples. Quién será el dueño de las palabras con las que escribir la historia de estos años de plomo. Quién o quienes limpiaran las palabras de su carga maldita de odio enquistado durante tantos años en Euskadi. Quién escribirá el final de esa historia, porque quien la escriba habrá vencido. Aunque ahora parecen más satisfechos los vencidos que los vencedores. Indudable es que al final las palabras han sido más fuertes que las bombas y han traído la paz. Y tengo muy claro que la banda ETA no va a pedir perdón como colectivo, ni se va a disolver en un acto oficial, pero poco importa porque si no mata, no es nada. Ahora es necesario que los demócratas mantengan una sintonía básica para consensuar una política sobre la banda que haga irreversible el final del terrorismo de ETA y posibilite una salida al problema que significan los cientos de etarras condenados y huidos. Lo que no habrá nunca es una negociación directa entre ETA y los Gobiernos de España y Francia, porque el precio político a pagar es muy alto. La opinión pública no perdonaría al partido o Gobierno que lo hiciera. Así que se olviden los que albergan ese temor. Además, está el rechazo total de las víctimas y sus asociaciones. No aceptaran nunca que los etarras con cambiar de táctica por razones de eficacia política se beneficien de un diálogo y de una impunidad que deje sin castigo los delitos de sangre. Y es que no hay precio que pagar ni tampoco contrapartidas que ofrecer en este final que es el principio de otro proceso. Un proceso de reconciliación o al menos de intento de convivencia en un nuevo escenario donde se van a poner a prueba el valor y la calidad democrática de nuestro sistema constitucional. Porque una democracia es mucho más fuerte cuanto más disenso es capaz de contener, siempre y cuando, este se canalice dentro de los marcos previstos. Lo importante es que cada día que pasa sin violencia es mejor que el anterior.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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