domingo, 2 de octubre de 2011

Persecución o Privilegios.

Con esta reflexión no pretendo molestar a los católicos practicantes, sino recordar esas imágenes indelebles de la visita papal de este verano y del “millón de peregrinos” que ocuparon Madrid para las Jornadas Mundiales de la Juventud (que presupongo católica, aunque el nombre confunda). El espectáculo de estos jóvenes católicos uniformados como si fueran boy scouts gritando y cantando fue de un primitivismo descorazonador, sin hablar de la falta de respeto por el trabajo y el descanso de los madrileños. La ocupación del Parque del Retiro por confesionarios grotescos, aunque fueran de diseño, y de feligreses chillones fue también perturbador. Es que no había bastantes templos vacios en Madrid para la práctica religiosa de la penitencia, práctica que debería ser de estricto ámbito privado. El desmesurado exceso de factos, ritos, ceremonia, procesiones, desfiles hacían pasar vergüenza ajena a creyentes y no creyentes, era el desmadre de la Iglesia española. Qué pretendían demostrar, la fidelidad de sus creyentes, su prestigio como empresa, enseñando lo que tienen, o su propia pervivencia, porque la ven en peligro. Pero lo más escandaloso fue cuando sus obispos llamaron “paletos” o “parásitos” a quienes se oponían al gasto, la pompa y el boato de esta visita papal. ¡Qué tengan cuidado con las palabras, que las carga el diablo y pueden volverse en su contra! Porque, quiénes son los parásitos. Y es que esta semana, me hablaron de la persecución y el acoso que vive la Iglesia Católica en España. Sin embargo, el acoso implacable y sin contemplaciones fue el sufrido por los madrileños durante ocho días o más durante los que nadie pudo desplazarse, comprar, descansar, pasear, trabajar, ni respirar, porque el Gobierno, Ayuntamiento y Comunidad le habían entregado la ciudad sin restricción alguna a la Iglesia católica. También sufrió el cerco la marcha laica, que reunió a laicos, cristianos de base, republicanos, gais, ateos e indignados bajo el lema “De mis impuestos al Papa cero. Por un Estado laico”. Por si fuera poco, la televisión pública, que es y se debe a todos los españoles, se dedicó a seguir y ofrecer cada paso, acto o ceremonia del Papa y sus acólitos, como si en este país solo hubiera católicos practicantes. Y todo esto sin hablar -pues no toca hoy- de los 250 millones de euros recibidos en el año 2010, correspondiente a la cuota del 0,7% del IRPF.  ¿A todo esto llama la Iglesia persecución? Que venga Dios y lo vea.

María José Jiménez Izquierdo

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