sábado, 29 de octubre de 2011

Las primarias francesas.

Me gustan mucho las noticias que nos han llegado de Francia las últimas semanas. Lo mejor, la revolución tranquila en el interior del Partido Socialista, cuyos efectos pueden modificar el paisaje partidista e incluso algunos elementos definitorios de la actual Republica francesa. Recordemos que ha participado casi tres millones de franceses en la elección del candidato socialista que se enfrentará en mayo próximo a Nicolás Sarkozy por la presidencia de la republica. Estas noticias de las primarias francesas me han emocionado. Si la elección de François Hollande ha sido relevante, más lo ha sido el método para elegirlo, un sistema de primarias abierto a la participación de militantes y simpatizantes. Este método de primarias es muy ingrato para todo aparato de partido que se precie, excepto para los socialistas franceses, por lo que hemos visto. A eso le llamo hacer democracia, pero democracia real, de la que queremos para España. Sería posible algo similar en los grandes partidos españoles, con unas bases débiles y unas direcciones inseguras, y en algunos casos hasta marrulleras. Creo que no. Que yo sepa la inseguridad y la marrullería no son precisamente fuente de autoridad y menos de liderazgo. Tendríamos que recordarles a muchos dirigentes políticos de este país, que la democracia en sus orígenes atenienses consistía en continuos debates sobre las leyes y su forma de aplicarlas. Eso hacía pensar a algunos que Atenas era débil porque su democracia lo era. Parecía que no era necesario declararles la guerra, porque ya la tenían en su interior. Y sin embargo, Atenas resultaba ser más solida y resistente de lo que parecía. Porque lo que convertía a Atenas en cuna de la democracia, no era el hecho de sus debates o de la elección de sus gobernantes de entre los ciudadanos, sino la exigencia de que cualquier ciudadano podía ser gobernante. No se trataba de que pudiera gobernar tal ciudadano sino cualquier ciudadano. Por eso, no es más demócrata el sistema que escoge, que elige a sus gobernantes, sino aquél que garantiza que cualquier ciudadano pueda ser gobernante. Ese es el espíritu que han querido recuperar los socialistas franceses en sus primarias, el sentido de la participación y del debate, el valor de las ideas, y el gusto por la política, justo en una época de desafección y de crisis. La candidata Martine Aubry lo resumía con una frase “Queremos conseguir una democracia que respire”. ¿Cundirá ese ejemplo entre nosotros?.
María José Jiménez Izquierdo y Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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