jueves, 13 de octubre de 2011

La antigua lucha de clases.

Hoy se considera anticuado hablar de clases sociales. Se afirma que básicamente las clases sociales han desaparecido, porque la mayoría de los ciudadanos pertenecen a la clase media. Pero esto quién se lo cree. Los sociólogos a través de los tramos de renta encuadran por encima de la media a los ricos -la clase alta- y por debajo a los pobres -la clase baja-. Así que, en estos tiempos, no es anticuado hablar de clase capitalista o burguesía, pequeña burguesía, clase media y clase trabajadora (la mayoría de la población). La clase social es una categoría científica de las ciencias sociales. Antiguas son en otras ciencias la ley de la gravedad o el estudio sobre el origen de las especies, pero no están anticuadas. En ciencia no debe confundirse nunca antiguo con anticuado. También Vicenc Navarro, el catedrático de Políticas Públicas, se preguntaba hace unos días en un artículo si existe aún la lucha de clases. Y es que parece increíble que un superrico como el norteamericano Warren Buffet indicara que, aunque haya quien piense que no existen clases sociales en EEUU, la realidad es que si las hay. Y que existe una lucha en la que su clase -los superricos- ganan cada día a costa de los intereses de la mayoría de la población, que consigue sus rentas a partir del trabajo en lugar del capital. Y por una sola vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el señor Buffet, los ricos nos llevan ventaja. Los trabajadores están en la inopia, creen la fantasía de que ellos pertenecen a la clase media y no ven la realidad social. Hablo de la precariedad laboral y los recortes en educación, sanidad y servicios sociales. Para colmo no se dan cuenta del desajuste fiscal que nos imponen: pagan menos los que más tienen. En esta crisis, la clase trabajadora está perdiendo logros que había tardado cien años en conseguir y, a pesar de ello, no despierta de su sueño catatónico. Los superricos y quienes defienden políticamente sus intereses, lo tienen muy claro, estamos en una durísima lucha de clases. Es la guerra entre dos mundos: el suyo, el de sus intereses, y los de todos los demás, que somos muchos. Y sin embargo, cómo pueden ganarnos por goleada.
María José Jiménez Izquierdo

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