sábado, 3 de marzo de 2012

España no es Italia.

La Mezquita de Córdoba vale 30 euros. El 2 de marzo de 2006, la Iglesia católica española pagó ese importe por inscribirla a su nombre en el registro de la propiedad de Córdoba. Esto fue posible gracias al Gobierno de Aznar que cambió la ley hipotecaria en 1998 para permitir que la Iglesia se apropiara de edificios de dominio público, aunque fueran patrimonio de todos los españoles. Además, la Iglesia por este y otros edificios no paga el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). Tampoco se ocupa de su conservación y restauración, pues lo hace el Estado. Sin embargo, el dinero de la entrada a la mezquita, que vale ocho euros por persona con una media de un millón de visitantes al año, se lo queda la Iglesia que tampoco paga impuestos por estos ingresos al considerarse un donativo exento de impuestos. Ahora, la Unión Europea quiere que el Gobierno español cobre el IBI a la Iglesia, igual que se ha hecho en Italia. En esta época de crisis y de ajustes del Gobierno del PP, esos 3.000 millones de euros al año suponen la décima parte del déficit que le falta a Rajoy para cuadrar las cuentas del Estado. Pero la Iglesia no está dispuesta a ceder sus privilegios ni un ápice. Ayer, el secretario general de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, aseguró que “es un error intentar comparar la situación de España con la de Italia”. Y que “la Iglesia no tiene ninguna legislación sobre este asunto”, por lo que los obispos españoles no tienen ninguna intención de dar pasos para cambiar la situación actual. Para concluir amenazando con recortar alguno de los servicios de Cáritas, si al final ocurriera como en Italia. Se le olvidó o no recordaba, siendo benevolente, que la Iglesia católica española en sus presupuestos no tiene asignada ninguna cantidad para Cáritas. Esta entidad se financia con el importe de la casilla correspondiente a otros fines de interés social del Impuesto de la Renta (IRPF) y con las aportaciones voluntarias de particulares y empresas (desgrava en el IRPF y en el Impuesto de Sociedades). Ay, dios mío, qué fácil es predicar, pero qué difícil dar ejemplo. No aceptan perder rentas y privilegios, aunque sea de una Iglesia que dice estar con los pobres.

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