sábado, 31 de marzo de 2012

Una semana muy intensa.


Esta semana que termina ha sido políticamente muy intensa. El domingo 25, la izquierda le plantó cara al PP en Andalucía. Ese mismo fin de semana, la escenificación soberanista de CIU en Cataluña. Y como no, la huelga general del jueves 29, que muestra a las claras que una sociedad democrática compleja como la española no se sujeta pasivamente a la cuadrícula de la derecha o de los tecnócratas de aquí, Bruselas o Berlín. Exigen en las urnas y en la calle soluciones informadas y políticas, en vez de criterios técnicos o demagógicos. Nos dicen que los sindicatos no son el problema sino parte de la solución, y que nunca es tarde para incorporarlos a un nuevo pacto social que ya resulta imprescindible. Este es el momento de la Gran Política frente a la política de quienes ven en esta situación una oportunidad partidista e ideológica para imponer reformas, ajustes y recortes de derechos y servicios sociales básicos como los que estamos conociendo hoy aprobados por el Gobierno de Rajoy para este año. Y que podemos describir como de sufrimiento y paro para los que menos tienen y de regalo fiscal para los que más tienen. El PP no quiere enterarse de que gobernar en tiempos difíciles es hacer política, que en su sentido más noble es decidir cómo queremos vivir juntos. Que no basta con disponer de una mayoría absoluta, aunque sean tan amplias como la conseguida el 20 de noviembre, sino que es necesario un compromiso histórico entre las diversas fuerzas que representan a la mayoría de la ciudadanía, sin sujeciones ideológicas y con cesiones mutuas. En definitiva, trabajar por el bienestar de todos y entre todos, incorporando las medidas de saneamiento y las reformas estructurales necesarias para corregir el déficit público, pero también políticas de crecimiento que combatan nuestra gigantesca bolsa de paro y mantengan los sistemas de protección social. La democracia ya no es ni será una cuestión de confianza en las élites políticas y empresariales, sino más bien la gestión de la desconfianza en un proceso abierto permanente hacia esas élites. 

Ángel Luis Jiménez Rodriguez 

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