domingo, 15 de julio de 2012

¿Se acabó el Estado de bienestar?

Recibo continuamente correos electrónicos que dicen “Políticos fuera que se pongan a trabajar”. Parece que ni la situación de crisis caduca la ilusión de los nostálgicos del pasado de volver a un Estado tecnocrático, de expertos sin ideas. Aunque no sé si existe ese tipo de monstruo sin alma ni cabeza. El invento no es nuevo, lo defendía el régimen franquista: Un Estado sin políticos, sin política y sin partidos. Es decir, un Estado de política única y de partido único, en el que los disidentes estén fuera de la ley. No existen. Y ahora, poco a poco estamos progresando en ese camino hacia el pasado. Ayer, Rajoy decía que se van a reducir, dependiendo del tamaño de los municipios, hasta un 30% de los concejales. Y también las subvenciones a los partidos políticos y sindicatos en un 20%. Esto es solo el principio. Los Ayuntamientos en el futuro estarán regidos por funcionarios, técnicos o tecnócratas y presididos por un alcalde elegido entre los ricos del lugar, tipo Gil de Marbella, que acabó como acabó. Ha llegado el momento que esperaba la derecha para plantear la privatización de los Ayuntamientos, y después, si procede y es necesario, la del Estado. Un proyecto que denominan “neoliberalismo de Estado”. Será un Estado donde los beneficios (de unos pocos) serán individuales, pero los riesgos (de la mayoría) se socializarán. Un Estado que ya no limitará el poder económico sino que facilitará su predominancia. Un Estado que sólo actuará para favorecer el libre funcionamiento de la competencia (excepto en la citada socialización de las perdidas), y que allanará los conflictos sociales manteniendo el orden público. Por tanto, se acabó el Estado de bienestar que trataba de proteger al ciudadano (“desde la cuna hasta la tumba”) por el hecho de serlo. Sin embargo, lo más terrible es que la amenaza hacia nuestro Estado de bienestar no procede del exterior, de los que se presentan abiertamente como sus oponentes, sino de dentro, de ideologías liberales y movimientos populistas que dicen defender sus valores, pero que cada día lo están debilitando con sus actuaciones. ¿Lo vamos a permitir?  De nosotros depende.
María José y Ángel Luis Jiménez

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