martes, 10 de julio de 2012

¿Tiene salvación Europa?

En la creación del euro, los errores cometidos han sido muy grandes, la falta de integración previa en muchas áreas, una regulación bancaria efectiva y una política fiscal y presupuestaria común. Ya lo decía en su día Jacques Delors, presidente de la Comisión, “mejor no hacerlo que hacerlo a medias”. Así que, ahora toca hacer lo que no se hizo antes y avanzar hacía más Europa, si queremos salvarla. Todo ello pasa por una cesión de soberanía inimaginable de los Estados nacionales. Pues, habrá que dar a Bruselas amplísimos poderes de decisión sobre los presupuestos nacionales. Pero, a quién le cedemos concretamente esa soberanía. Y, sobre todo, como elegiremos a los reguladores bancarios o de finanzas y a los ejecutivos de las instituciones a las que estaremos cediendo soberanía. Serán tecnócratas, expertos anónimos o políticos. Esa es la cuestión, pues no queremos admitir que cuando cedemos soberanía estamos haciendo planteamientos políticos y no económicos. España y sus socios europeos ya han transferido parte de su soberanía, pero no han transferido al mismo tiempo suficiente legitimidad democrática. Antes, cuando no había euro, ni prima de riesgo, pero si diferencial de la deuda soberana, intervenía el Banco de España. Ahora, cuando sube la prima de riesgo de la deuda de cada país, inclusive por encima de los 500 puntos, no interviene el Banco Central Europeo. Sin embargo, este debería tener un papel más activo y facilitar la colectivización de la deuda como piden Francia y los países del Sur, pero la mano larga de Alemania no lo permite. El resultado, un proceso especulativo constante e imposible de soportar por las economías de los países  europeos, especialmente de los del sur de Europa. No podemos vivir así, ni estar permanentemente pendientes de los mercados. Porque el mercado no es Dios, ni lo puede ser. Si queremos alejarnos de la especulación, que tanto daño causa, los mercados financieros tienen que ser regulados por las instituciones europeas elegidas democráticamente. En consecuencia, no se puede ceder más soberanía sin ampliar la democracia, porque entonces se caería en el riesgo de estar construyendo una Europa ultraliberal e insolidaria. Esa Europa no la queremos los ciudadanos europeos. Además, se cuestionaría el Estado democrático y de bienestar que hemos construido con tanto esfuerzo y durante muchos años entre toda la ciudadanía.
María José y Ángel Luis Jiménez

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