Esta semana se desarrollará en el Congreso de los Diputados el aplazado debate -el pasado año no se celebró- sobre el Estado de la Nación. Esta puede ser la ocasión para que nuestros políticos dejen de sentirse paralizados por la indignación que seguramente les provoca la corrupción y por la preocupación que les debe causar el paro, especialmente el de los jóvenes. Ya es hora de que el Congreso debata sobre el triste estado de la nación… y se haga algo al respecto.
El día fijado para este
debate es el próximo miércoles y los diputados deberán votar entonces
las resoluciones que se presenten sobre esos dos asuntos. También deberán
mostrar, delante de todos los ciudadanos, cual es su grado de compromiso con
los parados y su grado de repugnancia con la corrupción. No valdrá anunciar
comisiones de análisis o de cualquier otro tipo. El Gobierno no es una empresa
de estudios, sino el órgano ejecutivo del sistema parlamentario español. Si
para reformar un importante artículo de la Constitución Española solo le
hicieron falta 48 horas a PSOE y PP, si quisieran podrían aprobar unas normas
anticorrupción y una verdadera ley de transparencia en el mismo o en menos
tiempo.
Espero que en esta ocasión,
el presidente del Gobierno no utilice sus tácticas de dilación para no dar las
explicaciones necesarias sobre el daño que la corrupción está produciendo en la
convivencia interior y en la imagen exterior de este país. Se estaría
equivocando radicalmente. Y saldría quemado del Congreso, pese a disponer de
una apabullante mayoría. Además, sería el responsable de darle el último
empujón a una sociedad que está muy cerca de sentirse no solo enojada,
deprimida e indignada, sino también muy resentida con este Gobierno.
La Oposición, aunque no tiene
los instrumentos parlamentarios necesarios para forzar al Gobierno, si tiene
poder para reaccionar con la suficiente unidad y ánimo, y al menos presentar un
paquete de medidas anticorrupción que los ciudadanos comprendan y alrededor de
las cuales podamos unirnos todos los españoles. Y si esto no sucede en este
debate, no hay que rendirse. Habrá que seguir intentándolo sin dejarse enredar
en esos debates estériles del “y tú más” que solo embarullan y nunca
resuelven. El tiempo de los reproches mutuos ya ha pasado. Es hora de buscar
consensos y no devaluarse mutuamente Gobierno y Oposición. Así que, o bien nos
ponemos serios de una vez en este país o este país no tendrá futuro.
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