Cada vez que alguien del PP me habla de los
ERES de Andalucía para justificar lo que pasa en su partido con el caso
Bárcenas, estimo que viene a decir que en España la corrupción es la norma, no
la excepción, y que lo extraordinario se ha convertido en ordinario. Parece que
tenemos que apoquinar con lo que hay. No podemos tener sanidad, educación,
becas, servicios sociales etc… porque aquí robar dinero es lo normal. Y lo
espeluznante se ha convertido en habitual. Los ciudadanos ya no tenemos duda de
que los sobres existieron, que los recibos también, pero que ni el que pagó los
sueldos, ni el que los cobró, ni el que los recaudó pasaran un solo día en la
cárcel. Que eso es lo normal. Y si no tenemos el derecho al indulto, que aplica
el Gobierno con la discreción de todos conocidas. Ante tanta impunidad la gente
dice qué le vamos a hacer, los políticos son así. Y no piensa que lo que ocurre
ahora es consecuencia del envilecimiento ocasionado por la burbuja inmobiliaria
en nuestra sociedad, que ha ocasionado un daño tremendo a nuestras
instituciones. Todos los días vemos a personas que nos parecían por encima de
cualquier tentación criminal comportarse como vulgares mafiosos. Las
consecuencias de tanta impunidad son brutales para el crecimiento económico y
la salida de la crisis. El volver al crecimiento, la demanda y el empleo
requieren que las instituciones funcionen y sobre todo que los ciudadanos se
sientan seguros a la hora de tomar decisiones. Necesitamos Instituciones bien
diseñadas, robustas, que garanticen la ley y el orden, el derecho de propiedad…
y, sobre todo, controles sobre la arbitrariedad de los políticos. Porque los
ciudadanos a la hora de tomar decisiones necesitan poder predecir sus
consecuencias sin miedo a que el poderoso de turno intervenga. Algunos me dirán
que corrupción hay en todas partes, no solo en España. Pero solo en países
subdesarrollados tienen lugar estas conductas sin temor a pisar la cárcel. ¿Es
España un país subdesarrollado? El país no puede y no debe tolerar más estas
conductas escandalosas y la justicia debe funcionar, porque si no funciona este
país no tiene arreglo. Así que los ciudadanos en esta difícil encrucijada deben
hacerse esta pregunta, ¿Vamos a permitir que la corrupción sea la norma y no la
excepción?
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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