Artur Mas, el presidente de la Generalitat, ha respondido este fin de
semana al anuncio del Gobierno de recurrir la declaración soberanista del
Parlamento catalán. Ha repetido la idea anclada en su discurso desde que lanzó el
órdago secesionista, la voluntad del pueblo catalán de decidir sobre su futuro
político está por encima de la legalidad. Y para evitar equívocos, ha remachado ese
planteamiento con la siguiente puntualización “Los pueblos tienen derecho a decidir su máximo
autogobierno y su futuro, y contra esto no hay normas, ni leyes, ni
constituciones ni interpretaciones posibles”.
De esta manera, el presidente catalán contesta el informe de la Abogacía
del Estado que avala un recurso de inconstitucionalidad del Gobierno contra la
declaración soberanista que aprobó el Parlamento catalán el pasado 23 de enero
con los votos de CiU, ERC e Iniciativa- Esquerra Unida. El presidente Mas
considera que por encima de la legalidad se sitúa “un tema de voluntad de la
gente y de derechos que, por otro lado, todo el mundo debería proteger”.
El consejero de de Presidencia y portavoz del Gobierno catalán, Francesc
Homs, ha ido más allá que el presidente. Ha dicho que “no es democracia” plantearse
desde el Estado recurrir la declaración soberanista. Esta decisión se adoptó
con la legislación vigente y con el reglamento de la cámara catalana, ha
recordado Homs, para quien la declaración es una “expresión política y
democrática”.
Pero señor, que barbaridades dicen los nacionalistas catalanes, un día sí y
el otro también. Pretenden confundirnos con conceptos como independencia y el
derecho a decidir -propios en democracia para decidir en las elecciones
municipales, autonómicas y generales- que se quieren apropiar. El
constitucionalista Pérez Royo lo ha dicho con mucha claridad “quienes se
apropian del derecho a decidir, se apropian de la democracia y expulsan fuera
de la misma a quienes entran en debate con ellos”.
Más claro todavía, aunque la democracia consiste en el derecho a decidir,
no consiste en el derecho a decidir sobre lo que nos dé la gana, sino a decidir
dentro de lo que la ley autoriza. Dirán, que las leyes se pueden cambiar, pero
tenemos que hacerlo siempre por los cauces marcados por la propia ley. Porque
en democracia, la ley es la única garantía de libertad y justicia, la única
posible defensa de los débiles frente a los poderosos. En democracia, lo que no
es ley es violencia. Y la primera obligación de cualquiera que cree en la democracia
es la de impedir que nadie trate de usurparla como están haciendo ahora los
nacionalistas catalanes.
Ángel
Luis Jiménez Rodriguez
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