martes, 15 de febrero de 2011

El virus de la crisis.

El virus de la crisis, que estamos sufriendo, sigue mutando. La crisis de financiera pasó a ser económica, y ahora, es de deuda pública o soberana. En estos días, fue de alimentos, por el aumento del consumo en China e India, y de pronto se transformó en crisis social -hay carencias severas larvadas que serán fuente ahora y en el futuro de graves conflictos- con los explosivos acontecimientos de Túnez y Egipto. Esto demuestra la gran volatilidad de los mercados de valores locales, incluso en los más estables y prósperos países como son los de los jeques árabes del petróleo. Parece como si estuviéramos viviendo la decadencia del sistema, pero tranquilos que la historia no se acaba en dos días.
¿Otro mundo es posible? No me cabe la menor duda. Quién esperaba presenciar revoluciones en países árabes después de la descolonización. Y, sin embargo, ahí están los éxitos en Túnez y Egipto de la rebelión popular, en el sentido literal de la palabra pues han nacido del pueblo y  han dado una lección de dignidad al mundo. Esta llama democrática puede ser el inicio de una nueva era para los países de la región. Pero, no sabemos si estas revueltas populares con aspiraciones democráticas se extenderán a más países. Yo lo espero, pues la revolución egipcia es el resultado -en esta crisis-de las políticas económicas y sociales neoliberales y sus efectos miserables sobre los países. Y la levadura de esta vigorosa primavera egipcia, nacida en sus plazas y callejones, puede facilitar y ayudar a resolver en otros pueblos las enormes desigualdades existentes. Ya lo decía Bertolt Brecht: “Las revoluciones se producen en los callejones sin salida”.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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