viernes, 25 de febrero de 2011

¿Es necesario un debate sobre la energía nuclear?

El día 15 de febrero, el Congreso de los Diputados ha aprobado definitivamente la Ley de Economía Sostenible (LES). El objetivo del Gobierno es sentar las bases para un modelo de desarrollo y crecimiento más sostenible de la economía española. Esta aprobación avala una enmienda de CIU y PNV en el Senado que permitirá alargar la vida de las centrales nucleares más de los 40 años actuales. Por eso, estamos en el mejor momento para iniciar en nuestro país un debate riguroso sobre la energía nuclear, y no seguir evitándolo más. Porque para  mantener una Europa unida no podemos tener posiciones divergentes, no podemos ser antinucleares de fronteras para dentro y no serlo de fronteras para fuera, sobre todo cuando la energía que compramos está producida por nucleares, pero eso sí de más allá de los Pirineos. Y sobre todo cuando sabemos, después de Chernóbil, que no hay fronteras para las emisiones radiactivas. Por eso, debemos replantearnos seriamente la cuestión de la energía nuclear y la producción de los elementos tecnológicos de enriquecimiento necesarios para que ningún país europeo se sienta radicalmente dependiente de otro. Aunque esta energía este muy cuestionada en todo el mundo, su proceso de implantación es imparable sobre todo con la crisis de oferta en materia energética a la que está abocada España -nuestro déficit comercial en 2010 subió más del 4% al dispararse la dependencia energética exterior que es del 80%- y Europa, y que difícilmente podremos evitar debido al crecimiento del consumo energético de China, India y América Latina. Así que si España, en particular, y la Unión Europea, en general, no son capaces de dar respuesta a sus desafíos energéticos y a sus necesidades de ser potencias económica-tecnológicas de primer orden, su modelo de cohesión social será insostenible. Felipe González, lo dice en su libro “Mi idea de Europa” de 2010: “Podemos estar orgulloso del modelo social europeo, pero si no tenemos con qué pagarlo habrá que renunciar a ese orgullo”.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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