Se va a cumplir un año de la reforma laboral, la
“obra maestra” del Gobierno de Rajoy, y vamos aumentando a velocidad de crucero
el número de parados. Dos mil empleos diarios se perdieron en 2012. O lo que lo
mismo, el empleo alcanzó una velocidad de 84 parados a la hora. A la CEOE
no le parece bastante y la semana pasada a pedido seguir
profundizando en la reforma laboral al considerar que se ha quedado corta. ¿Para
quién? La Comisión Europea prevé que España supere los seis millones de parados
en 2013, cifra próxima al precipicio social. Tener un trabajo, que debería ser
un derecho, se ha convertido en un privilegio -lo digo con mucha ironía y
amargura-, y puede llegar un día en que habrá que ocultarse por tenerlo. Nos
queda la esperanza del Tribunal Constitucional, porque el pasado noviembre
decidió admitir a trámite el recurso interpuesto contra esta reforma laboral por
los grupos políticos de izquierda del Congreso. Solo es un primer paso, pero un
paso importante para los trabajadores y una mala noticia para Rajoy. Llevamos
mucho tiempo en este país fracasando en la generación de empleo y sin resolver
de forma permanente el problema del paro. Y creo que este Gobierno debe escuchar
otras voces y plantearse otros modelos, como está haciendo el Gobierno francés
para invertir la curva del paro -con una tasa de solo el 10%- e iniciar la
generación de empleo. Hoy, la prensa informa del acuerdo entre los sindicatos y
la patronal francesa para flexibilizar el mercado laboral y despejar el camino
para aprobar una nueva ley en este año. El pacto se ha logrado tras meses de
negociación y la presión del Gobierno Francia que había avanzado que si no había
acuerdo entre las dos partes, asumiría su responsabilidad y legislaría. Con este
acuerdo las empresas ganan flexibilidad para los ajustes y los
trabajadores, seguridad en el empleo, representación en los Consejos de
Administración y más prestaciones sociales. Siempre he tenido muy
claro que las formas condicionan los contenidos, y que no es lo mismo hacer una
reforma laboral negociando y pactando como se está
haciendo en Francia, que mediante la imposición y el decreto como se ha hecho en
España. Y la diferencia es clara, en la norma francesa se mantiene el empleo y
en la española se destruye. Y así nos va.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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