El obispo de
Córdoba, Demetrio Fernández, parece sentirse muy cómodo al aparecer
continuamente provocando en los medios de comunicación. Dice, que el evangelio
es sal y la sal escuece. El sabe perfectamente cuáles son los temas con más
resonancia y su empeño siempre es hablar de sexo, género y homosexualidad. Hace
un año señalaba a los medios y a las escuelas por incitar a la fornicación.
Posteriormente, dijo que la Unesco quería hacer homosexual a la mitad de la
población. Qué pamplinas dice el señor Obispo y que manía ha cogido con los
homosexuales. No sé dónde tiene guardado el debido respeto a las personas y su
caridad cristiana. Esta semana le tocó a lo que él llama “ideología del género”,
donde incluye al feminismo y a los movimientos que reconocen el derecho
individual a elegir el propio sexo y la orientación sexual. El ataque se
produjo, como suele ser habitual, en forma de carta. Cada jueves, el obispo
remite una misiva a sus fieles. En la última, titulada “La ideología de género
rompe la familia”, Fernández usa las palabras de Benedicto XVI para criticar que
“el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe
aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social que deciden
autónomamente”. El obispo cita en su carta a
Simone de Beauvoir -“mujer no se nace, sino que se hace”-, sin
embargo para él significa que el sexo es aquello que uno decide ser, algo que
evidentemente es una manipulación, porque Beauvoir nunca quiso decir eso, sino
lo contrario. Pero sí me ha quedado muy claro, y subyace en su discurso sobre la
mujer, que en nuestra sociedad debería quedar supeditada solo a su papel de
madre. Vamos, la mujer con la pata quebrada y en casa. Puro machismo. Acto
seguido, y siguiendo la lógica del texto, sigue atacando al movimiento
feminista. “De aquí viene un cierto feminismo radical, que rompe con Dios y con
la propia naturaleza, tal como Dios la ha hecho. Un feminismo que se va
extendiendo implacablemente, incluso en las escuelas. La Iglesia católica es
odiada por los promotores de la ideología de género, precisamente porque se
opone rotundamente a esto”. No sé por qué el señor obispo recurre a denunciar
odios donde no los hay. Y crear conflictos donde no existen. ¿Qué pretende?
El tema de género es una constante, más que constante, una obsesión
en la relación epistolar que Fernández ha mantenido con los fieles desde que era
obispo de Tarazona y miembro de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe,
antes conocido como Tribunal de la Inquisición. A este obispo me parece que le
sobra teología y le falta sociología. Porque al obispo de Córdoba se olvida
siempre en sus cartas -con lo que está cayendo y la crisis que estamos
padeciendo- de la doctrina social de la Iglesia -que la tiene y de la que
participan muchos cristianos y creyentes del mundo obrero-. A los cristianos les
iría mejor que se hablara más de ella en estos tiempos de incertidumbre social.
Pero el señor obispo está más atento a las cuestiones sexuales de sus fieles que
a las cuestiones sociales. Me gustaría saber, por
qué.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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