En la obra “Galileo” de
Bertolt Brecht, cuando Galileo se pliega a la Inquisición y renuncia a defender
que la tierra es redonda y gira alrededor del sol, uno de sus discípulos le
reprocha “Desgraciado el país que no tiene héroes”. Galileo baja la cabeza y
responde amargamente “Desgraciado el país que necesita héroes”. Me he acordado
de estas sabias palabras de Galileo-Brecht cuando leo que muchos españoles están
reclamando un héroe como Beppe Grillo para España.
La gente no ve la
diferencia entre España e Italia y que el Pepito Grillo italiano no es algo
improvisado, sino el producto de la desafección y la corrupción de muchos años y
del divorcio existente entre la sociedad civil italiana y sus élites
gobernantes. Todo eso ha fraguado en este personaje histriónico el cómico
Grillo, que ha logrado aglutinar el hartazgo del pueblo italiano ante tanta
incompetencia y corrupción.
Pero tengo fuertes
dudas sobre su demagógico discurso -Grillo dice muchas barbaridades y utiliza la
demagogia- porque no creo que sea la solución para los italianos o los
españoles. Ante situaciones tan graves como las actuales, no puede pasar que
cuando estemos desahuciados por los médicos, acudamos a los curanderos. O cuando
los políticos no nos ofrezcan soluciones, tengamos la tentación de pedir que se
vayan y que vengan los antipoliticos o los tecnócratas. Y lo más grave es cuando
estas soluciones adquieren carácter institucional como está ocurriendo en
Italia.
La solución Grillo no
puede ocurrir en España, estamos vacunados contra los salvapatrias y, sobre
todo, porque somos un país extremadamente sensato y cívico. Por muy cabreados e
indignados que estemos, ante unas elecciones siempre nos entra el sentido común.
Tenemos cercana la Transición y la gente expresa todavía nostalgia de ese
espíritu de diálogo y un gran hartazgo de esas continuas y deplorables peleas de
gallo entre los líderes de los dos grandes partidos, que no conducen a nada
positivo y realista.
En España ha sido
fundamentalmente la crisis y las recetas de austeridad las que han atizado la
rabia y han sacado la gente a la calle, pero aquí hay una gran pasión
democrática y una fuerte apuesta por su regeneración. El Partido X, heredero
declarado de los principios del 15-M, se presentó a principios de año con un
programa titulado “Democracia y punto”. Los meritos de ese cambio social son del
15-M, que inició en España la revolución tranquila de los ciudadanos que no se
sentían representados, pidiendo que la ciudadanía ejerciera un control constante
de la clase política, porque los españoles no somos niños dependientes que haya
que llevar de la mano.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez
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