sábado, 2 de marzo de 2013

La EPA y el empleo en 2012.


El dato publicado de la Encuesta de Población Activa (EPA) para el conjunto del pasado año 2012 arroja una luz esclarecedora sobre las consecuencias en el empleo de la recesión económica por la que atravesamos. Un dato a señalar sería la brusca caída de la tasa de crecimiento de la población activa nacional a partir de 2.009 por la crisis. Otro dato significativo de la encuesta sería el abandono de la búsqueda de trabajo por parte de quienes piensan que no tienen posibilidad de encontrarlo (el llamado fenómeno de la población desanimada), que tiene mucho que ver como explicación de la evolución del desempleo, aunque no sea este el único factor explicativo.
Si miramos la EPA del cuarto trimestre de 2012 se han superado los peores pronósticos. La destrucción de empleo, 363.000 personas, es la más abultada de las registradas en un cuarto trimestre desde 2009. La ocupación ha bajado ya a niveles de 2004, por debajo de los 17 millones con el correspondiente y doloroso impacto sobre las cuentas de la Seguridad Social. La tasa de desempleo está ya en el 26% y posiblemente aumentará hasta el 27% este año. Dato confirmado por la Comisión Europea el pasado viernes. Y sigue creciendo el desempleo de larga duración.
Es preciso tener en cuenta en esta evaluación las consecuencias de la reforma laboral del PP que ha resultado un fracaso, después de un año en vigor. La tasa de paro ha aumentado un 13%, el número de ocupados se ha reducido en 823.000 personas -629.000 nacionales y 194.000 extranjeros-, el despido por causas objetivas se ha incrementado un 49%, los expedientes de regulación de empleo han aumentado un 66% y los sueldos han perdido poder adquisitivo. Desde que empezó la crisis económica, los asalariados han perdido 55.000 millones de euros de participación en la renta nacional. Renta que según los economistas de CCOO se ha trasvasado a los empresarios para enjugar sus deudas. Parece increíble, pero es así, los recortes salariales de los trabajadores están financiando las deudas de los empresarios.
De cara a los próximos meses, la cuestión clave es si se mantendrá el ritmo de destrucción de empleo registrado a lo largo de los dos últimos años, teniendo en cuenta que es bastante probable que la caída media del PIB en 2013 sea del -0,5%, según dice el Gobierno, (frente al -1,4% que calcula la Comisión Europea) muy similar a la del pasado 2012. Algo importante que hay que aclarar son las diferentes cifras del paro registrado y de la Encuesta de Población Activa. Esta diferencia es normal por la distinta metodología utilizada o por la diferente forma de interpretarlos, pero, que en cualquier caso, la destrucción de puestos de trabajo y el consiguiente aumento del desempleo no cabe la menor duda que seguirá igual este año.
Algunas estimaciones apuntan que solo serán unos 300.000 los puestos de trabajo que se perderán este año, lo cual sigue siendo una tragedia, aunque algunos se consuelen diciendo que al menos será un resultado menos malo que el de los años anteriores. Sin embargo, esto no consuela a la generalidad de los españoles que reflejan en las encuestas que el paro es su máxima preocupación. Piensan los encuestados que un gran pacto nacional sería necesario o un plan de choque del Gobierno para hacer frente a esta lacra social que está afectando también a nuestra democracia. Está demostrado que sin pleno empleo no se consiguen las libertades y si se consiguen, son difíciles de conservar. El nivel de desempleo pone en peligro las libertades democráticas, porque dejan de tener sentido para mucha gente que está en el paro. Y eso desgraciadamente es lo que está ocurriendo ahora en nuestro país.
Dicen los expertos que es el Gobierno quién debe impulsar con los apoyos sociales necesarios ese plan de choque, único tratamiento posible en recesión para generar empleo y para que los desempleados sin cualificación no se enquisten en el paro estructural. Atacar solo el paro juvenil, como prevé el Ejecutivo y anunció Rajoy en el debate sobre el Estado de la Nación, siguiendo los mandatos de Bruselas, no es la solución. Sobre todo si no se bajan las cotizaciones sociales a este colectivo para animar su contratación. Y poner el acento de verdad en las políticas activas de empleo en lugar de las pasivas. Pero para todo ello hace falta dinero europeo, porque solo con los recursos públicos españoles no es, ni será posible. Y por último, ¿si hubo dinero para salvar a los bancos, por qué no lo hay para salvar el empleo?  

Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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