martes, 5 de noviembre de 2013

Reflexiones de una militante del partido socialista.

Después de los congresos provinciales y a una semana de la conferencia política, si el PSOE quiere sobrevivir a esta crisis económica, moral y política, debe abrirse a la sociedad y a nuevas formas de hacer política. Hay que cambiar de estrategias y generar en la ciudadanía la impresión de que los socialistas podemos ser otra vez los verdaderos agentes del cambio en este país.

El coordinador de la Conferencia Política, Ramón Jáuregui, también ha dicho esta semana que el PSOE necesita volver a ser el motor del cambio social en España “como lo fue en los años 80”. Sin embargo, ya está anunciado que temas como el debate sobre el modelo territorial, el encaje de Cataluña en España, la relación con el PSC y la fecha para elegir en primarias al candidato de las próximas elecciones generales quedan fuera del orden del día de la conferencia. El partido defiende que la Conferencia Política no es el órgano encargado de hablar sobre las cuestiones territoriales, porque en ella no estarán representados todos los territorios. Además recalca que el debate sobre el encaje de Cataluña dentro del Estado quedó “cerrado y bien cerrado” durante el Consejo Territorial celebrado por el PSOE en julio en Granada. ¿? Lo dudo, por lo que mal empezamos.

Odón Elorza y Beatriz Talegón han escrito en varios medios de comunicación sus dudas sobre  el objetivo de la Conferencia Política de la próxima semana. Creen que el verdadero objetivo de la Conferencia debería ser acordar una propuesta realmente innovadora para devolver la esperanza a una ciudadanía que expresa cada día su desafección hacia el sistema político tradicional y su angustia al sentirse abandonada e invadida por el fatalismo. Un pacto cívico basado en la ética política, en una concepción participativa de la democracia capaz de articular otra política económica global alternativa al modelo involucionista de la derecha neoliberal, y en la corresponsabilidad social compartida para buscar una salida a la crisis que pivote sobre la honestidad y la solidaridad como grandes valores, la creación de empleo, el combate contra la exclusión, la eliminación de las desigualdades y un reparto justo de las cargas y los sacrificios dentro de una reforma fiscal necesaria para que paguen más los que más tengan.

Y es que precisamos repensar, y eso creo que lo tenemos claro todos y todas, el funcionamiento de la democracia y actuar con reformas legales que hagan posible los procesos de rendición de cuentas, la práctica de las consultas y el referéndum, las listas desbloqueadas y abiertas, las primarias ciudadanas con plenas garantías democráticas, el respeto a la división de poderes, la prevalencia de los méritos y el prestigio a la hora de designar a los componentes de los organismos reguladores y de control, la transparencia de las cuentas de los partidos, la prevención y castigo de la corrupción y un desarrollo favorecedor del uso de la iniciativa legislativa popular. 

Todo esto necesitaría mucha pedagogía y contar con nuevos liderazgos sin mochila, dispuestos a conectar en red y escuchar a la calle, y por supuesto a las bases socialistas. También conllevaría un compromiso de todos los cargos públicos con un código de honestidad y de servicio público. En definitiva, abrirnos a otra forma de sentir la política y de ejercerla desde valores firmes en la defensa del interés colectivo y no de privilegios o intereses personales. Y por supuesto, habría que formular de manera pública y solemne este contrato de compromisos y recogerlo en un programa de gobierno de cara a las elecciones generales, incorporando mecanismos democráticos para el seguimiento y control de su cumplimiento.

El reto es reencontrarse con la ciudadanía y con la identidad socialista. Y eso sólo será posible reafirmando los principios éticos, manifestando nuestra voluntad de gobernar para transformar una sociedad infeliz e injusta, actuando sobre los poderes económicos y regulando el mercado financiero en una Europa que defienda a las personas. Sin duda algo bien diferente al simple hecho de ocupar y gestionar el poder como se ha hecho ya durante demasiado tiempo.
María José Jiménez Izquierdo

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