Para luchar contra esa lacra social que es la violencia de género
necesitamos una educación transversal basada en la igualdad y el respeto de los
derechos humanos.
Hoy 25 de noviembre hay que recordar lo dicho por Naciones Unidas el
20 de diciembre de 1993 en la declaración sobre la eliminación de la violencia
contra la mujer: “la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos
sociales fundamentales por la que se fuerza a la mujer a una situación de
subordinación respecto al hombre”. Por eso vincular discriminación y violencia es
clave para entender la causa última de la violencia que sufren las mujeres y
sus hijos e hijas.
En este país la violencia de género está desapareciendo de la esfera
pública, desvaneciéndose en las últimas reformas legales y relegándose en las
prioridades políticas. Y también en el debate social y en la propia agenda
de los medios de comunicación, que tienden a concentrar las noticias en torno a
un solo día concreto el 25 de noviembre. Y esta no es lucha de un solo día,
pues los asesinatos machistas se suceden con peligrosa frecuencia
contabilizando 703 vidas desde el año 2003, cuando se inicia el recuento por el
Ministerio de Sanidad.
Estamos corriendo el riesgo de despolitizar la violencia de género.
Despolitizar es tanto como ocultar que estamos ante un problema estructural
grave, un problema de orden público. Por eso, todos los días hay que poner de
relieve que la violencia de género está en las entrañas del sistema, donde la
mujer sigue ocupando una posición de subordinación y que la violencia, junto
con otros factores, mantiene esa trama de discriminación y desigualdad.
La lucha contra la violencia de género es una batalla política, que
sin duda estamos tardando demasiado tiempo en librar. Así que hoy tenemos que
hacer un nuevo llamamiento a favor del coraje y el compromiso en esta lucha
política que debe ser de todos y todas, y no solo de las mujeres.
María José y Ángel Luis Jiménez
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