jueves, 25 de noviembre de 2010

Malos tiempos para la igualdad.

Vivimos malos tiempos para la igualdad y en algunos casos hasta retrocedemos. La crisis económica está afectando y mucho al empleo femenino. La derecha política y, algunas veces, la izquierda hace discursos impresentables, despreciando a la mujer, llamándola: “repartidora de condones”, “zorra”, “violables”, sino cosas peores. Ya no sólo se utiliza y se explota el sexo de la mujer como elemento publicitario, sino que hasta las campañas electorales se sirven de ella de forma torpe y grosera para conseguir votos: “El video porno de Montserrat Nebrera”, así lo titula su partido Alternativa de Govern, donde se simula (sin verse, eso sí) una especie de orgia para denunciar la corrupción en Cataluña ¡Valiente tontería! (No la corrupción, sino la forma de denunciarla); el video del orgasmo de la joven por lo que goza cuando vota del PSC. Qué forma más tonta de intentar conseguir votos ¿o no? Lo que se revela con estos videos y otros parecidos es la pobre opinión que tienen algunos políticos de sus potenciales votantes.
Este desprecio entiendo es la base para que pueda surgir violencia de género que, lejos de estar erradicada, tiene su caldo de cultivo, como siempre, en normas y estereotipos sexuales presentes en todas las culturas, esto es, en la creencia en la inferioridad moral, física e intelectual de las mujeres. Y los parámetros de comportamiento que facilitan la violencia serian todos aquellos que consideran de forma diferente la posición “ser hombre” de la posición “ser mujer”.
Por eso es necesario construir una concordia cívica, que parta de una profunda “conciencia de sexo”, para que el “sexo” no determine cauces cívicos distintos a varones y mujeres. Así pues, la construcción de una sociedad más justa, libre e igual depende de que el modelo de democracia que nos demos sea el propio de la democracia feminista.
La democracia feminista toma el sentido de ciudadanía de la tradición liberal e igualitaria, y para poder hablar de igualdad tenemos que hablar de una ciudadanía plena que cumpla los requisitos de elección, participación, distribución y reconocimiento. Pero si analizamos cada uno de estos rasgos desde una perspectiva feminista podemos constatar que aún hoy las mujeres, en sociedades democráticas como la española, viven todavía su condición de ciudadanas de modo defectivo. Corregir estas deficiencias es tarea de hoy y de siempre para llegar a la meta que todos deseamos en una democracia feminista.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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