viernes, 14 de enero de 2011

El nuevo reto de Occidente.

El nuevo año llega con un reto: tenemos que prepararnos para ser chinos. Occidente y la hegemonía política y económica del imperio norteamericano están en decadencia y tenemos que aprender, que siguiendo la ruta del sol desde el este (oriente) al oeste (occidente), se han sucedido los imperios a lo largo de la historia en una deriva misteriosa que obedece a la rotación de la Tierra. El historiador británico Arnold J. Toimbee, especialista en filosofía de la historia, en su ensayo sobre la génesis y decadencia de las civilizaciones e imperios, razona su comportamiento como el de cualquier ser vivo. De acuerdo con esta teoría, una civilización nace, crece y prospera cuando su respuesta a los desafíos tiene éxito y decae como resultado de su impotencia para enfrentarse a ellos. Desde que la humanidad tiene memoria, este destino se ha desarrollad de oriente a occidente. Primero fue China, después India, Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, Europa, España, Inglaterra y ahora Norteamérica. Así que por la misma ley inexorable de la rotación de la Tierra, el próximo imperio le corresponde de nuevo a China. Y no es que lo digan los estudiosos de la historia es que está aconteciendo ante nuestros ojos. Los chinos no es que vayan a venir, es que ya están aquí. Ahora, en vez de inglés, se estudia chino mandarín y deberíamos encontrarnos con Confucio y Lao-Tse como preparación para ser chinos. China posee las mayores reservas financieras del mundo y es la mayor compradora de bonos de Europa (solo de España 43.000 millones de euros), además de ser la mayor propietaria de bonos del Tesoro de Estados Unidos. Es precisamente esta increíble posición de fuerza y su falta de democracia lo que incrementa de manera exponencial el serio peligro que representa hoy por su capacidad de desestabilización mundial. Ya en el escenario geopolítico planta cara a la hegemonía de EE.UU. Y esta es la realidad. Pero también las democracias en su conjunto están obligadas a hacerle entender a China que los derechos humanos son una premisa irrenunciable en las reglas de juego que hemos creado para toda la humanidad.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

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