lunes, 10 de enero de 2011

Mala intención o terrible ignorancia.

Antonio Gala preguntaba en estos días en La Tronera, su artículo en El Mundo, “¿Quién puede creer que la religión no es política?” Y afirmaba: “sus dirigentes, aunque pongan los ojos en blanco o miren al cielo, están haciendo política en la tierra. Más bélica que pacífica. Y lo saben”. Y es que son alarmantes y escandalizan al más bendito las declaraciones públicas de estos días de los obispos de Granada, Alcalá de Henares, Córdoba y del presidente de la Comisión Episcopal, Cardenal Rouco. Veamos cada una de ellas:
La primera, la del arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, y el tinte político que le puso a su homilía del día 2 de enero en la celebración del 519 aniversario de la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos. Martínez dijo que: “La reconquista fue un ejemplo de derechos humanos”, en una clara distorsión de la historia con hechos que se aproximan al genocidio. Todavía me acuerdo de otra homilía también “histórica” del año pasado en la que comparó la reforma de la Ley del aborto con el régimen asesino de Hitler y afirmó que: “sí una mujer aborta, el varón puede abusar de ella”.
La segunda, la del Obispo de Alcalá de Henares que arremete contra el divorcio al que compara con el repudio y contra el aborto que califica como la primera causa de mortalidad en España. Además,  en sus declaraciones afirma que “Los matrimonios canónicamente constituidos son menos dados a la violencia doméstica que aquellos que son parejas de hecho, las parejas de personas que viven inestablemente es donde más se está generando la violencia contra la mujer”. Una vez más, el profundo desconocimiento de la Iglesia y su jerarquía sobre este grave problema y su falta de sensibilidad entorpecen en vez de ayudar en la lucha contra esta lacra social.
La tercera, la del Obispo de Córdoba que en la homilía del domingo 26 de diciembre en la eucaristía de la Sagrada Familia pronunció estas palabras: “El cardenal Antonelli, me comentaba hace pocos días, que la Unesco tiene programado para los próximos 20 años hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual. Para eso a través de distintos programas, ira implantando la ideología de género, que ya está presente en nuestras escuelas”. Pero que incultura más absoluta la de estos obispos acerca de lo que es el concepto de “género”. Y creen que la homosexualidad o la heterosexualidad se contagian. Estas palabras habría que tomárselas a broma si no fueran tan infames. Así lo hace el diario Publico, el viernes 7 de enero, con una viñeta de humor en la que aparecen tres ancianos sentados jugando al dómino. Uno dice: “El obispo de Córdoba alerta de un plan de la Unesco para que en 20 años la mitad de la población mundial sea homosexual”. El Otro responde: “Pues conmigo que no cuenten”. Y el tercero replica: “¡Ya lo puedes dar por seguro!”. “Bien sea por la Unesco o por comer hormonas”.
La última, la del cardenal Rouco Varela arropado por 50 obispos en la misa celebrada, con menos afluencia que otros años, en la plaza de Colon de Madrid con motivo de la jornada europea por la familia que convoca siempre en Navidad. ¿Por algo será? En su homilía denunció que el hombre no tiene futuro “sí prescinde de la verdad del matrimonio y de la familia” y auguró por ello una sarta de males y consecuencias negativas para nuestra sociedad. Ahora bien, a qué futuro y a qué sociedad se están refiriendo el cardenal Rouco. A priori podría pensarse que aquellos que no creen en el matrimonio son cómplices de una especie de atentado contra la humanidad. La Iglesia católica viene últimamente señalando al Estado como el culpable de sus males, ya que aprueba leyes injustas que permiten a los hombres hacer cosas que ella prohíbe, ignorando que los Estados son gobernados por hombres elegidos libre y democráticamente para dicha labor y que sus decisiones políticas son objeto periódicamente de referendo político. Puede que la familia cristiana esté en peligro, pero no así la familia entendida como una institución que es fruto del amor entre dos personas con independencia de sus creencias religiosas o morales, orientación sexual, vocación procreativa o deseo de conceder relevancia jurídica a su relación. Así que, hay que manifestarle a esa Iglesia que  ya está bien de tantas patrañas y afirmaciones erróneas, pues ya no sé si se trata de mala intención o de terrible ignorancia.
Ángel Luis Jiménez Rodriguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario