viernes, 12 de agosto de 2011

La debacle norteamericana.

No hay periódico o medio de comunicación que en estos días no se pregunte si ha llegado ya el declive del imperio norteamericano. Esto me parece exagerado y está planteado erróneamente. A nadie se le escapa que el gigante norteamericano, primera potencia mundial, ha sentido como un zarpazo la rebaja de nota de la agencia de calificación Standard & Poor´s, ya que deja de pertenecer a la elite de los países cuya deuda soberana posee la máxima calificación, la triple A. Este deterioro de EEUU y de su Administración era explicado por el presidente Obama con estas palabras, “lamento que nuestro país no tenga un sistema político AAA, en consonancia con su crédito AAA”. Sin embargo, Mitt Romney, precandidato presidencial republicano, dice “EEUU está a punto de dejar de ser una economía de mercado”. Ese lamento no tiene sentido cuando la realidad es que los mercados reinan en ese país y los terroristas financieros ayudados por la derecha más reaccionaria lo gobiernan. Vamos que siembran el terror entre ahorradores, inversores y gobierno con la colaboración del extremismo republicano. ¡Qué irresponsable oposición norteamericana, incluido el grupo populista de presión que representa el Tea Party! Y lo más grave es que esa imagen de deterioro que ofrece ahora EEUU no es sólo un asunto interno. Sus dolores de cabeza político y económico están contagiando al resto del mundo, especialmente a Europa. Los rumores de ayer sobre la degradación de la deuda francesa, y la posible rebaja de la nota a los bonos franceses, han hecho caer a las bolsas por miedo y después, hundirse en caída libre por el pánico. Nos espera otra semana negra. El inicio de este periodo de miedo y pánico fue el vergonzoso proceso de negociación sobre el límite de la deuda entre demócratas y republicanos, lo que puso al borde de la quiebra a la Administración Obama. Como consecuencia, la economía mundial está entrando de nuevo en recesión. Y todo producido por la influencia de ideas radicales y destructivas sobre las que tenemos que pensar y maniobrar para que se conviertan en transitorias. No debemos tenerle miedo al ascenso de los grupos ultras con ideas extremistas, que adquieren súbitamente una influencia significativa y dominan la escena política en muchos países del mundo, porque son fenómenos recurrentes que desaparecerán  igual de rápido que aparecieron. Pero para ello hace falta un liderazgo con capacidad para influir en un cambio de las relaciones económicas internacionales. Países capaces de suministrar los estímulos necesarios para relanzar la actividad económica. Se ha demostrado que elevar el techo de gasto y establecer recortes en las actuales circunstancias, como ha hecho EEUU y Europa, nos conduce a un callejón sin salida que no genera empleo, ni da confianza en el futuro. Debemos fortalecer las instituciones democráticas, pues la debilidad institucional continúa alimentando y fortaleciendo el poder de los mercados. ¿Qué pasaría si pasáramos del apocalipsis de los mercados y nos pusiéramos a hacer cosas importantes como alimentar a los millones de personas que pasan hambre en el mundo? ¿Serian posibles en una economía de mercado -con sus agencias, bolsas, primas de riesgos, etc.- esas utopías?   

Ángel Luis Jiménez Rodriguez

No hay comentarios:

Publicar un comentario