miércoles, 11 de enero de 2012

En defensa de la militancia.

El domingo con la última reunión del Comité Federal, previa al 38º Congreso que se celebrará del 3 al 5 de febrero, comenzó la cuenta atrás para elegir un nuevo líder y secretario general. En esta cuenta atrás nos encontramos con un PSOE abatido o más bien aturdido por lo que pasará si no se hacen bien las cosas en los comicios andaluces y en el devenir del partido. Un PSOE inmerso en una crisis que hace peligrar su propia existencia como organización que vertebra de forma creíble la alternativa progresista en España. Un PSOE que corre el riesgo de hacer pequeños cambios para que nada cambie, esperando a que el temporal amaine, en vez de hacer la renovación que demandan las bases. Un PSOE que necesita nuevas formas de control del aparato y modos distintos de compartir el poder interno. Un PSOE donde los militantes se sientan protagonistas y actúen como tales, pues fue evidente la desconexión entre el partido y la sociedad y entre la militancia y la dirección en las elecciones del 20-N. Muchas veces los que estamos en política olvidamos lo que decía Maquiavelo, “La política consiste en que unos quieren dominar y otros no quieren ser dominados”. Una cosa que hay que tener muy clara cuando se milita en un partido político es que también en ellos hay quien quiere dominar y quién no quiere ser dominado. Eso requiere -en un partido democrático como el PSOE- el respeto a las libertades de sus miembros, es decir, no exigir más sumisión o disciplina que la debida a las normas democráticas. La militancia está obligada a someterse a las normas estatutarias del partido, pero no a los caprichos arbitrarios de sus dirigentes. Tampoco los dirigentes pueden pedir a los afiliados que, en pos de los intereses generales, renuncien a sus derechos a debatir, elegir y ser elegidos. Ningún reglamento o estatuto, por bien hecho que esté, puede suplir la virtud cívica de los militantes de un partido, porque en definitiva lo primordial es el valor y la generosidad de cada uno de sus miembros. No sólo importan las ideas, sino las personas que las encarnan 
Ángel Luis y María José Jiménez

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